GOLF GTI CABRIO
Volkswagen... «desmelena» al icono
Los descapotables son para el verano, los GTI… también. Por primera vez, el fabricante germano lanza una versión GTI del Golf Cabrio. Techo de lona, evocadora tapicería a cuadros «Nyco» y… las icónicas siglas enseñoreándose de una parrilla tras la que se alojan 210 CV. Su precio se sitúa en 35.270 euros.
Pionero… en su especie. Si, al día de la fecha, Volkswagen contabiliza 1,8 millones de GTI en el haber del Golf y 680.000 unidades —también Golf… claro— en la cuenta de resultados del Cabrio, ¿por qué no conjugar ambas filosofías?
Eso fue lo que debieron pensar en Wolfsburg, 32 años después del icónico lanzamiento para, de nuevo… lanzarse a la aventura —tan pensada como sugestiva— de combinar lo mejor de ambos mundos.
Esa como fuere, pensasen lo que pensasen en Wolfsburg, el caso es que el de 2012 ha sido el verano de la conjunción: Golf GTI... a cielo abierto.
Con, ¿alguien lo dudaba?, todas las señas de identidad enseñoreándose de la carrocería: parrilla frontal nido de abeja, enmarcada en rojo y con «las siglas» bien visibles —como la «doble V»—, paragolpes específicos con generosa boca de refrigeración bajo el delantero, discretas estriberas a lo largo del bajo de caja, doble escape cromado, difusor zaguero, luces diurnas y traseras tipo led, llantas «Denver» de 17 pulgadas y, para que nada falte, pinzas de freno pintadas en rojo y trenes de rodaje y tarados de amortiguación específicos.
Eso, por no hablar de un interior ambientado en racing: pedales de aluminio perforado, volante de tres radios tapizado en cuero y achatado en su polo inferior, «look técnico» en el pomo de la palanca de cambios y asientos deportivos tapizados en el evocador tejido a cuadros «Nyco»… herencia por vía directa de aquellos primeros GTI que, por si a «alguien» no le gustase, podría optar —previo pago de 2.190 euros— por la tapicería de cuero —bueno… siempre puede haber «algún» raro—.
Con estos mimbres, la magia de «las siglas», trufadas con un impecable comportamiento rutero —¡sólo faltaba!, la capota de lona —¿alguien podría pensar en otra?— ni siquiera contabiliza una decena de segundos para desmelenar a nuestro sugestivo protagonista; hasta puede activarse en marcha, a condición de no superar los 30 por hora de velocidad.
Por aquello de no penalizar la practicidad, el Golf GTI Cabrio ofrece 250 litros de capacidad de maletero, tanto en modo descapotable como cerrado.
También por aquello de no traicionar la tecnología germana, la capota de lona mantiene idénticas fijaciones, estanqueidad y refuerzos —para que no se abombe con la velocidad— que la del Golf Cabrio... a secas; sin olvidar la luneta de cristal, con sistema eléctrico de desempañado.
Como cabe suponer, también el fabricante ha hecho especial hincapié en los refuerzos estructurales de la carrocería —piedra de toque de cualquier cabrio— para asegurar la rigidez y dinamismo del conjunto. Tampoco falta, claro, la protección antivuelco que se activa automáticamente, en 0,25 segundos, por detrás de los reposacabezas traseros cuando el sistema detecta una cierta aceleración transversal o el grado de inclinación máxima admisible.
En cuanto a la mecánica, Volkswagen confía en el tetracilíndrico TSI (inyección directa y turboalimentado) de 2.0 litros y 210 CV como motorización inexcusable para acompañar a «las siglas» que, junto con el chasis rebajado 22 milímetros en la parte delantera y 15 en la trasera, además del inestimable concurso del diferencial electrónico XDS, es capaz de ofrecer unas prestaciones acordes con la filosofía GTI, por mucho que los descapotables estén… para pasear: 7,3 segundos para acelerar de cero a cien y 237 por hora de punta, con un consumo medio de 7,6 litros por cada centenar de kilómetros (una décima más si se opta, 1.850 euros, por el cambio DSG con levas en le volante).
Los más puristas pueden incluso optar (930 euros) por la suspensión adaptativa, con tres niveles de firmeza de la amortiguación.
Por lo demás, el equipamiento de serie incluye ESP, climatizador, volante multifunción, faros antiniebla con luz de giro, sensores de lluvia y faros y radio con CD y MP3. Entre los opcionales más significativos, el detector de fatiga (75 euros), las llantas de 18 pulgadas (615 euros) y el paravientos para reducir turbulencias (320 euros) cuya instalación, como se sabe, condena las plazas traseras.
En fin… gorra de tweed, guantes de nudillos calados… y a disfrutar.