Cayenne Diésel con motor V8 biturbo

Culto al rendimiento. Es verdad que, por filosofía, a Porsche «le costó» tomar la decisión de entrar en el mercado diésel; aunque, una vez dentro... lo ha hecho sin «complejos».

El nuevo Cayenne S Diésel hace honor a la sigla: el V8 biturbo de 4.2 litros y 382 CV (85,6 metros/kilo de par) sólo necesita 5,7 segundos para acelerar de cero a cien, marca una punta de 252 por hora y, lo mejor, homologa unos contenidos —para su envergadura— 8,3 litros de consumo medio y unas emisiones de 218 g/km de CO2; cifras debidas, en buena parte, a la adopción del sistema «Start&Stop» de arranque/parada automática del motor en detenciones prolongadas, que convierten al Cayenne en el único de los todoterreno V8 diésel que montan esta función. Además, si se opta por el depósito de combustible de 100 litros, pueden llegar a cubrirse hasta 1.200 kilómetros sin visitar el surtidor, con lo que nuestro protagonista se convierte en todo un tragamillas.

Exteriormente esta versión tope de gama en las propuestas diésel del Cayenne, mantiene el aspecto de sus demás hermanos de ocho cilindros con, también un sobredimensionado sistema de frenos que, en este caso, viene caracterizado por las pinzas en color plata.

Los deflectores negros del frontal enfatizan las tomas de aire, mientras los anagramas «diésel» en las aletas delanteras identifican a esta versión V8 que, en el portón trasero luce su condición de «Cayenne S».

Por lo demás, tal como sucede en todos los homónimos de gama, el Diésel V8 biturbo adopta el sistema activo de tracción a las cuatro ruedas (PTM), que combina las cualidades dinámicas de un vehículo de propulsión trasera con el aplomo de un 4x4, con un excelente compromiso dinámico/práctico debido a que el tren delantero entre en acción sólo en determinadas circunstancias, en «conducción prestacional», para mejorar la estabilidad y la tracción.

También está opcionalmente disponible el sistema «Porsche Torque Vectoring Plus», que acentúa el comportamiento deportivo del modelo.