Seis décadas... a cielo abierto
Del Kapitän descapotable de 1953 al Cabrio de 2013 . Estilizado, elegante y con una aerodinámica capota de lona. La silueta del nuevo Cabrio enlaza con la atemporal tradición de los descapotables clásicos. Por primera vez, Opel desarrolla y produce un descapotable de tamaño medio en sus propias instalaciones
Tradición trufada en tecnología. De los carroceros de antaño a la producción «en casa». Hace décadas, la mayoría de fabricantes de automóviles «encargaban» las versiones descapotables a carroceros especializados; hoy, las cosas han cambiado tanto como para que, también la mayoría de constructores, realicen ellos mismos sus propias versiones «a cielo abierto».
Los asequibles Kadett y Astra han sido los encargados de popularizar el concepto descapotable en los catálogos de Opel: desde Kadett C Aero del 76 y el E Cabrio de 1987, hasta las tres generaciones del Astra que se vendieron entre 1993 y 2010.
Ahora, con el nuevo Cabrio, el fabricante germano —en la órbita de General Motors— revive, trufada con tecnologías de última hornada, la tradición de los descapotables de cuatro plazas y capota de lona que iniciase el Kapitän, continuase el Rekord e hiciese furor allá por los años cincuenta y sesenta.
Sin embargo, la mayoría de aquellos descapotables «grandes» no fueron fabricados entonces por Opel, sino transformados y comercializados —en cantidad muy limitada— por carroceros alemanes especializados, como fue el caso de Authenrieth o Karl Deustsch; habida cuenta que la producción externa de los descapotables, era una práctica habitual en la época.
Incluso mucho más recientemente, porque también el Kadett E Cabrio y las dos generaciones del Astra «abierto», las firmaría —y produciría— la italiana Carrozzería Bertone.
Aquel Kapitän descapotable del 53, ligeramente más largo que el actual Cabrio (por encima de los 4,70 metros) hacía gala de una esculpida estética: marcadas aletas delanteras y las traseras estilizándose hacia la zaga de un de una realización firmada por Authenrieth, con base en Darmstadt, a una veintena de kilómetros de la casa madre de Opel en Rüsselsheim, con lo que el suministro estaba asegurado en una tiempo «récord» para la época.
En su condición de descapotable deportivo, el Kapitän montaba una mecánica de 6 cilindros en línea -de ahí también su generoso morro- y 2,5 litros de cilindrada capaz de impulsarlo a 130 Km/h. Incluso el alargado diseño de sus aletas delanteras, que se extendían hasta las puertas, contribuía a darle un aspecto de lo más «veloz».
Claro que, hablando de «récord», el Rekord A descapotable de 1964, acabó también por labrarse una justa fama de elegante coche abierto: 4,52 metros de largo y cuatro plazas; motor de cuatro cilindros (1.7 litros) y 70 CV, y una punta de 138 por hora.
Solía fabricarse en Colonia, por Karl Deutsch, y a los entre 6.500 y 8.000 DM —marcos alemanes… de los de entonces— que oscilaba la tarifa de la gama «normal» del Rekord, había sumar otros 5.000 DM para disfrutar de aquella magia.
Hoy, el nuevo Cabrio se ha diseñado, desarrollado y producido como un «auténtico» descapotable desde sus orígenes por mucho que, lógicamente, beba en las fuentes de un modelo del segmento medio… y a precios bastante más competitivos.
Puede que sea el signo de los tiempos… aunque también «puede» -seguro- que, aquellas transformaciones hayan quedado para siempre en el imaginario de los descapotables-descapotables... en el celuloide… y su memoria.
¿No me negarán que tienen... su aquel?¡Y que dejan volar... la imaginación!