Diario de León

Cien por cuatro... válvulas

Un siglo de tretracilíndricos multiválvulas en la tradición del fabricante. El Coche de Gran Premio (1913), «arrancó» en Opel el primer motor de cuatro válvulas por cilindro. Con cien cumplidos, la renovación de la gama motorística en los catálogos del fabricante, rinde culto a los «pioneros».

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javier fernández
León

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Un siglo... de multiválvulas. Los nuevos motores 1.6 litros turboalimentados, gasolina y diésel, que han comenzado la renovación de la gama Opel, junto con el tricilíndrico 1.0 litros turbo, han sido los últimos en engrosar la ya nutrida lista de mecánicas multiválvulas en la tradición de la gama europea de General Motors.

En 1913, Opel desarrollaba una nueva generación de coches de carreras para el Gran Premio de Francia, uno de los predecesores de la actual Fórmula 1... aunque aún hubiese que esperar un puñado de décadas más (1950) para «formalizar» el Campeonato del Mundo.

El fabricante germano construiría tres coches, cada uno bajo la estricta limitación de 1.000 kilos; aunque la verdadera novedad se encontrase bajo aquel largísimo capó de dos persianas: la —entonces— innovadora solución de cuatro cilindros, uno solo árbol de levas en culata y cuatro válvulas (dos de admisión y dos de escape) bien a la vista y con unos muelles... así de gordos para cada cilindro.

Consecuencia: 4,5 litros de cilindrada y 110 CV, una potencia más que considerable para la época.

A partir de ahí, Opel continuaría desarrollando su revolucionario concepto que, un año después, daría origen al automóvil más gigantesco que la marca haya construido nunca: el «Monstruo Verde» de 12,3 litros y 260 CV, capaces de lanzar las dos toneladas del «Mostruo» a… ¡228 por hora!... y estamos en 1914.

Las playas de la isla danesa de Fano se convertirían en el «circuito» preferido para que el piloto oficial de fábrica, Carl Joerns, firmase para Opel algunas de sus más sonadas victorias; hasta que, en la década de los veinte, las cuatro válvulas por cilindro se pasasen de moda y el proyecto se viese relegado al ostracismo, quedando como una mera anécdota (¿) hasta finales de los cincuenta (ya saben, una de las «dos» décadas por excelencia, 50/60, en la historia del automovilismo mundial) cuando Opel volvío a retomar el proyecto en los rallyes y más adelante (1979) en los coches de calle.

Quién no recuerda aquellos, se diría también «monstruosos» Grupo 4 de los setenta, uno de cuyos máximos exponentes sería el Ascona 400: 2,4 litros y 240 CV, del que Opel fabricaría una versión «competición/cliente» (140 CV) que hizo las delicias de los «privados» de la época y que, a pesar de su escasa preparación -el modelo de calle, se entiende- conseguía clavar el crono de cero a cien en 7,6 segundos y alcanzar una punta de 200 por hora.

Ya en los 80, los motores de cuatro válvulas por cilindro se fueron haciendo cada vez más populares y con la llegada del legendario Kadett GSi 16v de 1988 (150 CV y culata de aluminio firmada por Cosworth) el volumen productivo de los multiválvulas tomaría definitivamente carta de naturaleza en los catálogos de la marca.

Hoy, ya nadie «concibe» un motor que se precie... sin culata multiválvulas, aunque —o quizá por ello— el monstruoso pionero «Verde» haya cumplido cien años... y un siglo de alusiones.

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