Diario de León

Ferrari Sergio. Seis para sesenta… años

Media docena de unidades conmemorativas. Il Cavallino rinde culto a las seis décadas de colaboración con el diseñador Sergio Pininfarina, autor de esta exclusivista serie limitada. Biplaza Spider que rinde culto a las realizaciones de la «década mágica».

La silueta del biplaza Sergio se inspira en los Ferrari de los 60/70 firmados por Pininfarina.

La silueta del biplaza Sergio se inspira en los Ferrari de los 60/70 firmados por Pininfarina.

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Concepto radical. Carrocería roadster que toma como base el, también drástico, 458 Spider; del que hereda la mecánica y lo esencial del habitáculo.

Justo por detrás de las «biplazas» , el Ferrari Sergio adopta el motor V8 de 4,5 litros y 605 CV, lo que se traduce en unos escandalosos 3,0 segundos para sprintar de cero a cien.

Con el Sergio —el coche—, Pininfarina —el diseñador— rinde culto, unas pinceladas sencillas como las de «sus» Ferrari de los años 60 y 70, a una de las épocas doradas en la producción automovilística, aunque sin olvidar las nuevas necesidades aerodinámicas de los tiempos modernos , garantizando el apoyo a alta velocidad y la refrigeración de la mecánica.

Un estilismo que Pininfarina redondea con un habitáculo tan trufado de personalidad, como que cada una de las seis unidades previstas podrá configurarse «a la carta»… con el propietario «a pie de obra» , en los mismísimos talleres de Maranello. ¡Todo un sueño!

Un sueño del XXI que, en buena medida, bebe en las fuentes de aquellas pinceladas que iniciase Battista Farina «Pinin» (1893-1966) y que su hijo Sergio, y su yerno Renzo Carli, se encargarían de conservar como legado estilístico, en una suerte de supremacía en la evolución del diseño industrial en la industria del automóvil.

Fundador de la unánimemente considerada «escuela estilista italiana», Farina dejaría en 1930 la empresa en manos de su hermano Giovanni; nacía la «Carrozzería PininFarina» con, eso también, la inexcusable firma estética del patriarca: calandra horizontal y parabrisas inclinado… tanto, tan inclinado, que ha acabado por convertirse en santo y seña de los dibujos de Pininfarina a lo largo de su ya dilatada historia que, en gran medida, viene a ser también la historia del automóvil.

Tampoco es casual la implicación del diseñador en infinidad de modelos en los catálogos de otros tantos constructores. Y no sólo en lo estético, incluso en el proceso productivo, desde el momento en que el trabajo de los carroceros ha venido evolucionando desde la pura estética hacia una «concepción global» del vehículo; de la singularidad escasamente práctica, al equilibrio en las formas y de ahí, al protagonismo aerodinámico, también de la seguridad y, en buena medida, a la aplicación de las modernas tecnologías estructurales y funcionales… sin olvidar «las esencias».

Sólo los genios («Pinin» lo fue, Pininfarina lo es) son capaces de conjugar tantas «paramétricas» ilusiones.

La silueta del roadster Sergio es, por inspiración salpimentada en modernidad, un excelente retrato de aquellos Ferrari de los 60/70 firmados por Pininfarina.

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