Citroën… de cine. Los cameos del ‘chevron’
De Gracita Morales a Bond… James Bond. De «Sor Citroën» a «Sólo para sus ojos» y «El asunto Tornasol»… como telón de fondo.
Ni el maestro Hergé, ni siquiera el reportero más famoso del mundo —que nunca escribió una línea ni envió una crónica—, han sido ‘inmunes’ al encanto del 2CV y demás ‘hermanos mártires’ …
Cuando Hernández y Fernández (Dupont et Dupond) clavaban los frenos a la puerta de Moulinsart, y sus respectivos sombreros hongos en la capota de lona, la carcajada estaba —está— servida… como cuando la Hermana Tomasa —por obra y gracia de Pedro Lazaga, 1967— se pone —ponía— al volante de aquella entrañable ‘Cirila’ con la que, la recién llegada a la comunidad dirigente de un orfanato, intentaba —con escaso éxito— obtener el permiso de conducir para transportar a las niñas del centro. Al final… casi siempre acabábamos empujando la ‘Cirila’ ; eso sí, con la sonrisa en los labios —o sonora carcajada— por mucho que, tampoco es nuevo lo de las ‘polémicas’ , hubiera quién le sacase punta al rol de la mujer.
Más allá de esto, la presencia —diríase protagonista — del 2Cv en el reparto de ‘Sor Citroën’ , subrayó la importancia del icónico modelo en la evolución histórica del parque automovilístico español.
Una decena de años antes, la premonitoria aparición del 2CV en «Las Aventuras de Tintin» ya le concedía carta de naturaleza a la peculiar propuesta de Citroën… ¿Qué —‘quién’ — mejor que el 2CV para transportar a los dos gemelos? ¿Quién mejor para extrapolar al asfalto la hilarante personalidad de ambos… ‘patosos’ ? Tan entrañables como imprescindibles en la vida del celebrado reportero (en Tintin, los secundarios cobran papel protagonista), Hernández y Fernández acaban por despejar tantas dudas sobre su condición humana, como Citroën con «su» filosofía —mantenida hasta nuestros días— de fabricar coches para todo el mundo… en el día a día. Ya saben, lo de poder atravesar un campo recién arado con una cesta de huevos en el asiento trasero —y que sobrevivan— o que se pueda subir a bordo… con sombrero.
Para nadie es un secreto que, en su condición de ‘línea clara’ —la escuela belga de la ‘bande dessinée’ —, la presencia del automóvil perfectamente reconocible en los tebeos de Hergé —me resisto a lo de «cómic»— es una constante en la obra del artista; de hecho, todas las máquinas (coches, aviones, locomotoras, camiones, cohete espacial…), como las tensiones geopolíticas y sociales de su época (los 23 álbumes de «Las Aventuras…» resultan ser una completa historia del siglo XX), están escrupulosamente dibujadas por Georges Prosper Remi; tanto, que no sólo los modelos se identifican a la perfección, también se «actualizan» en las posteriores ediciones de muchos de los álbumes. De hecho, en la vida real, Hergé era un gran aficionado a los coches, hasta el punto de comprar todos los que le gustaban —cuando dispuso de medios para hacerlo— llegando a poseer una amplia colección.
Como tantas veces en la iconografía automovilística, las críticas de la prensa especializada no fueron precisamente benévolas con el lanzamiento del 2CV (1949) en el mercado francés. Sin embargo, también como tantas «otras» veces, el público acabó dando la razón… al fabricante: polivalente, robusto y económico, el 2CV terminó por hacerse un hueco —y no pequeño— en el corazón de los usuarios y, por ende, el más atípico de los ‘chevron’ (suponiendo que alguno no lo sea…) consiguió ‘hacer podio’ , año a año, década a década, en la cuenta de resultados de la compañía. El dibujo de Pierre Boulanger —padre del 2CV-, como las viñetas de Hergé, ha pasado a la historia; eso, y curiosidades como que, en 1955, cuando Hergé ‘lanzó’ por primera vez al 2CV en «El asunto Tornasol», solamente se fabricaba en color gris. ¿Algún problema…? Ninguno. Hergé lo reprodujo en verde. Color que, a partir de 1960, entró a formar parte de la ‘paleta’ del 2CV. ¿Sería por eso…? Pues… a lo mejor, o seguro.
Después, ‘algo’ después, el 2CV se convertiría en Coche Bond»… ¡nada menos! El director John Glen, con el inestimable concurso de Roger Moore —«Sólo para sus ojos» , 1981—, ponía en pie de película un 2CV de color amarillo, que serviría al agente secreto más famoso del mundo para escapar de ‘los malos’ … cerca de Madrid, por mucho que las imágenes se filmasen en Grecia.
Coincidiendo con le estreno de la cinta, Citroën lanzó una edición especial del 2Cv que incluía el logo «007» y pegatinas en la carrocería que simulaban impactos de bala, además de una miniatura de juguete representativa de esa misma edición especial.
Y no queda ahí la cosa, porque en 1988, John Frankenheimer —¿recuerdan «Grand Prix» de 1966?, pues el mismo director— rueda «Ronin» , una de las películas de acción —acción «de verdad», no por ordenador— estadounidenses con más aire francés: Niza, Robert De Niro, Jean Reno y Paris ‘protagonizan’ espectaculares persecuciones a bordo de diversos modelos de PSA (Peugeot-Citroën), entre los que se contaba el XM («Coche del Año en Europa» en 1990) del que llegaron a venderse más de 300.000 unidades y que, en la película, se puso «a las órdenes» de un director que grabó las persecuciones en tiempo real y sin postproducción, con un abultado ‘elenco’ de pilotos participantes entonces en diversas copas promocionales de la marca y que, lógicamente, sustituían a las estrellas cinematográficas en las tomas.
Y para rematar… «L´opération corned-beef» (Jean-Marie Poiré, 1991) estrenada en España como «Operación chuleta de ternera» ; a medio camino entre parodia y homenaje —‘a la francesa’ — del cine de acción de Hollywood, donde se cuenta la misión de «Tiburón», capitán del servicio de espionaje galo, largometraje protagonizado también por Jean Reno y en el que el BX goza de una presencia constante y tan amarga como que, tras sufrir todo tipo de ‘barrabasadas’ … acaba ardiendo.
Al final… todo es cine.