De simple bola… a ‘estratosférica’ palanca de cambios
Posición y forma han evolucionado tanto… como los propios automóviles. Aunque hoy nos resulte ‘inimaginable’, el cambio de marchas no siempre ha sido «imprescindible» en la configuración de un automóvil. Sólo un detalle: en los años 40, algunos modelos ni siquiera incorporaban marcha atrás…
Historia… de «la pieza». Una palanca ubicada en la columna de dirección permitía al conductor cambiar de marcha en los coches de los 50: «Así funcionaba en el pionero 1400 de Seat —comenta Isidro López, responsable de Coches Históricos de la marca—, una posición inspiraba en los modelos americanos, que no favorecía demasiado la comodidad, aunque propiciaba un asiento delantero para tres personas».
La ‘piruleta’ de los 60 —así de sencillo era su diseño— ya se situaba en la posición actual, entre las dos plazas delanteras: una barra con un pomo… en el icónico 600, manual y de 4 velocidades, con una línea roja en el velocímetro, para no ‘pasarse de vueltas’ .
Una evolución, la de la ‘piruleta’ , que en los 70 ganaba en ergonomía, y en número de relaciones para aprovechar la respuesta del motor. Aquel preciosista 124 Sport 1.600 sería el primero de la marca en incorporar «la quinta» y, en la Berlina 124, conectarla directamente —la palanca— a la propia caja de cambios, con lo que conseguía una mayor efectividad.
En los 80 llegaría ‘la revolución’ : la palanca gana aún más ergonomía y se añaden más velocidades para aprovechar la respuesta del motor. La incorporaron de las direcciones asistidas —también nuevos materiales de construcción— haría que el cambio de marchas se volviese más flexible: «El primer Ibiza es un icono —afirma López—, se sofistica la palanca, tiene mayor altura y su estructura ‘cae’ mejor a la mano del conductor».
¿Saben aquello de ‘una cuarta’ entre el pomo de la palanca y el aro del volante? Pues, si no se lo dice López… se lo dice el arriba firmante: «regla de oro» ergonómica entonces.
Y de los 90… a nuestros días: primeros modelos con 6 marchas y cambios automáticos. El conductor dice ‘adiós’ al embrague —a su pedal… se entiende—, evitando que el coche se ‘cale’ o retroceda en los arranques en cuesta. Eso sí… había —hay— que ‘soldar’ el pie izquierdo al reposapié para evitar ‘embragar’ sobre el pedal del freno, con el consiguiente sobresalto para el copiloto… y los demás coches que nos siguen —salvo que seamos ‘pilotos de carreras’ y estemos habituados a frenar… con el izquierdo—.
Se perdió —¡que le vamos a hacer!— lo del ‘toque’ al freno de mano para salir en rampa… pero también se ha ganado en practicidad, son los tiempos.
«Ahora —sostiene López— la incorporación de los cambios automáticos secuenciales DSG con doble embrague, permiten combinar el confort de las cajas automáticas con la sensación de agilidad de la manuales».
Eso, por no hablar de los novedosos sistemas de asistencia a la conducción (el crucero adaptativo entre ellos), que permiten fijar una velocidad de crucero constante, acelerando o desacelerando, en función de las condiciones del tránsito sin que resulte ‘tan’ necesaria la intervención del conductor… ‘cosas’ de la tecnología.