Un ojo, un zeppelín y un rayo, ‘emblemática’… historia
Ya fuera como fabricante de máquinas de coser, de bicicletas o de vehículos a motor, diferentes símbolos han representado la centenaria trayectoria de Opel.
Incluso «el rayo», símbolo de «energía y poder», instaurado a principios de los años 60 como imagen oficial de la marca, ha evolucionado a lo largo de las décadas.
Las empresas saben de la importancia de ‘autorretratarse’ para publicitar sus productos; así que, ‘su’ seña de identidad acaba por establecer un vínculo emocional capaz de perdurar en el tiempo: muy probablemente, para un chaval de los 80 el emblema ‘oficial’ de Opel siempre será el que lucían sus coches de ‘slot’ , aunque sus diferentes evoluciones hayan «crecido» con él… hasta convertirlo en cliente.
Los orígenes de los «logotipos», «imagotipos», «isotipos» e «isologos» hay que buscarlos en la intuición, la que practicaban ‘diseñadores’ aficionados, inspirándose en símbolos arquetípicos, mucho antes de que los ‘sesudos’ diseñadores profesionales tomasen el relevo, y estableciesen normas de un lenguaje estético basado… en el ‘concepto’ y sus formas: descubrir que Opel, mucho antes de adoptar «el rayo» como emblema, se identificase con un ojo, un zeppelín o un cohete… resulta tan chocante como cautivador.
Fundada en 1862 como fabricante de máquinas de coser, Opel mostraba las iniciales neoclásicas del nombre de su creador —Adam Opel— en los paneles de hierro fundido de sus productos.
La fabricación de bicicletas (1890) traería aparejada la renovación de su seña de identidad y la primera referencia al «rayo»: el modelo Victoria Blitz, un éxito de Rüsselsheim en la época, lucía un elaborado «imagotipo» protagonizado por la diosa Victoria, protegiendo con su vuelo a un ciclista.