Mini. De paseo… por Laponia
En invierno, la nieve está garantizada… también —sobre todo— en las carreteras del norte de Finlandia. El Mini John Cooper Works Clubman (306 CV), rueda sobre la nieve de Laponia.
Sobre la pista… de los ‘finlandeses voladores’. Con un poco de suerte, puede verse la aurora boreal en el cielo nocturno. Durante el día, los interminables caminos rurales, generalmente sin rastro humano, resultan ser el escenario ideal para probar el rendimiento de este ‘atleta’, con tracción a las cuatro ruedas, siguiendo el rastro de los legendarios ‘finlandeses voladores’.
Puede ser —seguro— que las condiciones de entrenamiento que ofrece Finlandia, hayan tenido bastante —mucho— que ver en el origen deportivo de dos de las leyendas de los rallyes: Timo Mäkinen y Rauno Aaltonen, fineses ambos, quienes adquirieron allí ese ‘toque’ sensible conduciendo a través de Laponia, rodando por carreteras desiertas que, normalmente, ya están cubiertas —tapizadas— de nieve a finales del otoño y, a veces, también sobre lagos congelados.
Experiencia de la que, a renglón seguido, se beneficiaron cuando corrían en rallyes por todo el mundo.
En 1965 y 1967, Mäkinen y Aaltonen firmaban la segunda y tercera victoria en el Rallye de Montecarlo… al volante del icónico Mini Cooper S.
Desde el primer kilómetro, se ‘siente’ que, en Laponia, la conducción deportiva requiere habilidades especiales, incluso cuando se hace un viaje invernal por carretera al volante de un Mini actual, el John Cooper Works Clubman: 306 CV ‘bajo el pie’, que exigen un uso sensible —tacto-del pedal del acelerador, por mucho —eso también— que la tracción total ALL4 se encargue de distribuir el potente par de tracción entre las ruedas delanteras y traseras; aunque, si el ánimo se eleva… siempre está el control dinámico de estabilidad (DSC) para calmarlo.
Ni las cuatro ruedas motrices ni las asistencias electrónicas estaban a disposición de Mäkinen y Aaltonen en la edad de oro de los ‘finlandeses voladores’, que realizaban sus espectaculares maniobras de conducción con medios… mucho más modestos.
En 2010, fueron los primeros homenajeados en el —entonces— recién inaugurado «Salón de la Fama de los Rallyes», junto con el irlandés Paddy Hopkirk, que ya había conseguido la primera victoria de Mini en el ‘Monte’ de 1964; así que, no es una coincidencia que ese célebre salón… se encuentre en Finlandia.
Los grandes de esta disciplina automovilística, tienen su rincón en el museo del automóvil «Mobilia» de Tampere. También a lo largo de los años, muchos otros pilotos de la Tierra de los Mil Lagos, se han ganado el título de ‘finlandés volador’: no menos de once de los actuales 26 miembros del «Salón de la Fama de los Rallyes» son fineses por lo que, su visita es de obligado cumplimiento; línea de salida, plataforma de lanzamiento, para un viaje por carretera tras las huellas de las leyendas de los rallyes.
Quien salga de Tampere hacia Laponia, tiene la opción de viajar cientos de kilómetros a lo largo de la costa occidental finesa, para poder aclimatarse gradualmente a las temperaturas árticas.
En Laponia, el invierno se manifiesta en su forma ‘químicamente pura’: frío glacial y mucha nieve.
Tras una parada en Rovaniemi, la capital de Laponia, un corto viaje permitirá cruzar, por el norte, el Círculo Polar Ártico.
La inmensidad del paisaje, es toda una invitación a seguir el camino: densos bosques de pinos y numerosos lagos.
Lejos de las señales de ‘stop’, y los semáforos, las superficies heladas resultan ser el escenario ideal para perfeccionar el arte… de tomar las curvas.
La región de Laponia, que se extiende por Suecia, Noruega, Finlandia y Rusia, abarca el asentamiento del pueblo indígena Sami, cuya cultura e historia se documentan en un museo ubicado en la localidad de Inari.
Así que, cualquiera que haya llegado hasta allí, muy bien podría plantearse continuar viaje hasta el Cabo Norte, en la isla noruega de Mageroya; después de todo… sólo son otros 400 kilómetros.