Audi RS Q e-tron. Arenas… en la nieve
Entre nieve y arena… vuelve la aventura
Intercambio… de experiencias. Con Mattias Ekström en el asiento del copiloto, Ken Block, piloto estadounidense especialista en ‘drift’ (derrapes controlados… ya saben) ha probado, sobre hielo y nieve, el RS Q e-tron con el que Audi firmó cuatro victorias en el Rallye Dakar de este año. La firma de los ‘Cuatro Aros’ también desplazó hasta el helado enclave austriaco de Zell am See otras joyas de su colección: el Quattro A2 Grupo B que corrió el Rallye de Finlandia en 1983, un DKW F91 y un DKW Hartmann Fórmula V.
Para Ken Block, el fin de semana europeo fue como una excursión al paraíso del automóvil: «La conducción del RS Q e-tron fue una extraordinaria experiencia, aunque probablemente el coche se sienta más cómodo en el desierto que en la nieve».
Mientras Block, un enamorado de los coches de rallye en su adolescencia, disfrutaba también al volante del Quattro A2, el propio Ekström alcanzaba las semifinales de la prueba austriaca que, según él, sirvió como preparación para la prestigiosa «Carrera de Campeones» posteriormente disputada en le norte de Suecia, por mucho que fuese batido por Sebastián Loeb, ganador de la prueba.
Por su parte, ‘Monsieur Dakar’, Stéphane Peterhansel, se ‘zambullía’ esta semana en las arenas del desierto de Abu Dhabi, en lo que fue la segunda ‘prueba de fuego’ para el RS Q e-tron tras el Dakar.
Con cinco etapas en la región de Al Dhafra, limítrofe al sur con Arabia Saudí, este rallye es mucho más corto que el ‘vecino’ Dakar: 1.342 kilómetros, distribuidos en etapas diarias de entre 217 y 318 kilómetros; aunque, eso sí, el total rayano en 2.000 kilómetros (1.933 exactamente), enlaces incluidos, la proporción de kilómetros cronometrados es muy alta, el 69%, discurriendo por montañas de grandes dunas y recorridos de arena con, además, el reto que supone utilizar permanentemente el coche bajo altas temperaturas, con lo que la arena se torna más blanda; factor que, combinado con la profusión de dunas, propicia un mayor consumo de energía; sin contar —que contamos…—, que los coches se atascan más fácilmente en la arena blanda.
La ventaja: tracción eléctrica, que permite ‘atacar’ mejor las crestas de las dunas, merced a la transmisión continua, que facilita las maniobras al piloto.