El ancestro…
Hace medio siglo, nacía, con el marchamo de coche más rápido en Alemania, el 911 Carrera 2.7 RS; una serie especial para homologar en competición, que se convertía en la versión más potente de la primera generación ‘nueveonce’: 210 CV en el 6 cilindros ‘bóxer’… refrigerado por aire —¡pues claro!—; firmado —para que no hubiese dudas— por Hans Mezger y Valentin Schäffer —¡casi ‘nadie’!—.
Y no quedaba ahí ‘la cosa’. A imagen y semejanza —ya entonces— del actual GT3 RS, el Carrera 2.7 RS jugaba sus cartas en la eficacia aerodinámica, tecnología pionera, en la época, para el 911; donde no faltaba un elemento tan recordado como el alerón trasero ‘cola de pato’, hoy en los históricos anales de la marca, que conseguiría —también como hoy—, una excelente estabilidad a velocidades altas.
Consecuencia: rapidez asegurada —por reducción a la resistencia al aire— y, además… inconfundible aspecto para el icono de Porsche.