Un coche… de viñeta
Tremebundo frenazo junto a la tapia del castillo de Moulinsart: Tintin y el Capitaine Haddock (Archibaldo, para más señas)… se salvan por los pelos; los que no se salvan son los sombreros hongos de sus ocupantes (catastróficos bigotudos Dupond et Dupont), las testas de Hernández y Fernández materialmente ‘clavadas’ en el techo de lona del 2CV.
Para nadie es un secreto que en los tebeos de la ‘línea clara’ —‘bande dessinée’ (me resisto a lo de cómic) los coches, trenes y aviones resultan tan perfectamente reconocibles como en la vida misma… suponiendo que las viñetas no lo sean —la vida misma, digo—.
En 1955, cuando Hergé hizo aparecer el 2CV en ‘L´affaire Tournesol’, el modelo solamente existía en color gris: ¿por qué el maestro Georges Remy lo plasmó en verde? No se sabe…
Lo único cierto —bien cierto— es que, a partir de ‘ese’ asunto, de ‘esa’ aparición estelar, el verde entró —finales de 1960— a formar parte de la paleta de colores del ‘Deuche’.
Así es la vida… en la realidad de las viñetas.