Diario de León

Mercedes. Joyas… en la carretera

Muy codiciado como vehículo de representación, el ‘Gran Mercedes’ 600 mantiene su histórica estela entre los líderes de la industria automotriz; altezas reales, jefes de estado y personalidades del mundo de los negocios y el espectáculo… se lo han ‘disputado’ a lo largo de los años. MB

Muy codiciado como vehículo de representación, el ‘Gran Mercedes’ 600 mantiene su histórica estela entre los líderes de la industria automotriz; altezas reales, jefes de estado y personalidades del mundo de los negocios y el espectáculo… se lo han ‘disputado’ a lo largo de los años. MB

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León

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JAVIER FERNÁNDEZ

Caballos… de vapor. En el invierno de 1985, un grupo de escoceses e ingleses descubrieron un lugar ideal para rodar con sus clásicos Bentley: el hipódromo en el congelado lago St. Moritz; treinta años después, uno de los espectadores de la época… retomó la idea: «The I.C.E.», con coches deportivos en 2019. Ahora, tras el inevitable paréntesis pandémico, Mercedes-Benz Classic… se suma a la fiesta.

El 300 SLS (‘Super Light Sport’), es —fue— una edición especial para competición del 300 SL Roadster (W 198) del que Mercedes construyó (1957) un par de unidades para correr en el Campeonato Americano de Autos Deportivos —categoría ‘Producción Estándar’—; una participación que no llegó a producirse en la temporada de 1957, por lo que Mercedes tendría que conformarse con inscribirse en la alternativa categoría ‘D’, preparando —optimizando— un roadster de estricta serie y convirtiéndolo en un 300 SLS de 970 kilos y 235 CV (3.0 litros, 6 cilindros en línea, 260 por hora de punta); es decir, 360 kilos menos y 20 caballos más que el 300 SL Roadster; con aquel 300 SLS, Paul O´Shea —respaldado por la fábrica—, ganaría la categoría ‘D’ del certamen americano con, además, una considerable ventaja sobre sus oponentes. En las temporadas de 1955 y 56, O´Shea ya había ganado el título al volante del 300 SL «Gullwing» (ala de gaviota). Técnicamente, el deportivo descapotable era muy parecido al coupé salvo, eso sí, por la jaula antivuelco y las puertas de apertura batiente convencional.

Forma de cuña… ala de gaviota. En septiembre de 1969, Mercedes-Benz sorprendía al mundo en el Salón del Automóvil de Francfort con una ‘rara’ carrocería plástica reforzada con fibra de carbono y puertas de apertura en ‘ala de gaviota’: C111, propulsado por un motor rotativo ‘Wankel’ (3 rotores) de 280 CV y capaz de alcanzar una punta de 270 por hora; al año siguiente, la revisada versión C111-II (‘Wankel’ de 4 rotores) presentada en el Salón de Ginebra, subía su potencia hasta los 350 CV: 4,9 segundos de cero a 100 y 300 por hora de punta.

A pesar de los numerosos pedidos, el C111 nunca entro en producción, seguiría siendo un modelo puramente experimental por mucho que, eso también, se desarrollsen diversos coches de récord basados en él: los 5 cilindros diésel C111-IV D (1976) y C111-III (1977-1978), además del C111-IV (1979) con motor V8 (encendido por chispa y turbocompresor).

Gran Mercedes… 600. «El vehículo exclusivo de gran prestigio», así rezaba el comunicado de prensa lanzado por Mercedes-Benz en septiembre de 1963. Esa limusina de representación por excelencia estrenaba, además de una lujosísima presentación, el motor V8 de 6.3 litros y 250 CV que, semejante en prestaciones técnicas al que montaban los coches de carreras, no tenía mayor problema para mover ‘infinitas’ aplicaciones de confort: controles hidráulicos para ajustar los asientos; también la apertura y cierre de puertas, ventanas y hasta la tapa del maletero. A lo que, para no ser menos, se sumaban la suspensión neumática, la dirección asistida y un sistema de cierre centralizado, además de la calefacción y ventilación controladas electrónicamente; un equipamiento único en su momento… el ‘último grito’ entonces.

Durante sus 17 años en catálogo, se construyeron 2.677 unidades, 487 de ellas en versión «Pullman», especialmente ‘disputadas’ por altezas reales, jefes de estado y destacadas personalidades del mundo de los negocios y el espectáculo.

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