Un león… de altos vuelos
«Sociéte Anonyme des Constructions Aériennes Rossel-Peugeot» (1909)… aunque la relación entre Peugeot y la Fuerza Aérea Francesa había ‘despegado’ cuatro años antes, con la compra por parte de la compañía ‘Santos-Dumont’ de un motor bicilíndrico para equipar pequeñas aeronaves; aventura que se saldaría con solamente tres prototipos, entre los que se contaba un avión monoplaza de 10,20 metros de envergadura (punta a punta de los planos) y 9,30 de largo que pesaba 350 kilos, incluido el motor ‘Gnôme et Rhöne’ de 50 CV. La joven compañía, además de equipar con motor delantero un dirigible que realizó pruebas en la playa de Deauville, construiría algunos motores de 7 cilindros ‘en estrella’ y un tetracilíndrico en línea, refrigerado por agua y con válvulas en cabeza, llamado ‘Aviatick’.
Paralelamente, siguiendo las pautas del ingeniero Ernest Henry, diseñador del motor L76 con el que Peugeot había ganado Indianápolis entre otras importantes carreras, en la factoría de Issy-les-Moulineux —cerca de París— se estudiaban nuevos motores L112 para aviación, con idéntica arquitectura del utilizado en las carreras: V8 de 200 CV, del que Peugeot fabricaría un millar —largo— de unidades destinadas a equipar bombarderos Voisin. La cada vez más acuciante necesidad de las Fuerzas Armadas francesas para cubrir las necesidades de la Gran Guerra, llevaría a Peugeot a la producción de motores Hispano-Suiza (200 y 300 CV) bajo licencia de 1916, además de Bugatti 1918. Llegaron a fabricarse 8.060 ejemplares, encargándose también de sus revisiones y reperaciones. Al final de la guerra, continuaría la producción motorístico-aeronáutica de Peugeot, con un lote adicional de 1.500 unidades (300 CV), antes de que las plantas productivas se reconvirtieran para la fabricación de repuestos de automóvil.
Las Fuerzas Armadas volvieron a solicitar a Peugeot un motor de gran cilindrada, licitación fallida que se plasmaría en el Salón de Aviación de 1922 (motor L38 en ‘X’ de 600 CV), lo que tampoco desanimaría al fabricante que, en julio de 1934, con su ‘Compagnie Lilloise des Moteurs’, probaría un diésel bicilíndrico de dos tiempos —cilindros opuestos— bajo Licencia Junkers, del que se fabricaron un par de unidades probadas en tierra en julio de 1935 y en el aire a finales de ese mismo año.
Tras firmar un importante contrato —septiembre de 1935— con Hispano-Suiza para la construcción de motores aeronáuticos de gasolina que se presentaron en 1936, dos años después terminaba la experiencia entre ambos fabricantes.
Con la II Guerra Mundial y la invasión alemana de Francia, Peugeot volvería a ‘los cielos’ —motores tipo ‘Gnôme’ y ‘Rhône Mars’— y, a partir de 1940, también 250 trenes de aterrizaje y 125 fuselajes; la ocupación de las factorías galas de Sochaux por parte de la Werhrmarcht germana impediría la realización de los pedidos… se abrochaba definitivamente la experiencia de Peugeot con la aviación, para centrar toda su actividad en las cuatro ruedas.
Aunque de escasa calidad, la fotografía adjunta permite apreciar uno de los primeros aviones Peugeot de 1915.
Ven como tenía ‘su aquel’… la reunión de Cuatro Vientos.