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Homenaje… a la epopeya.

Publicado por
León

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JAVIER FERNÁNDEZ

«Unos pequeños deportivos… muy fiables». Cinco días, tres mil kilómetros… ruta desconocida. Una de las más extremas pruebas de resistencia para pilotos y máquinas: Carrera Panamerica; allí, en esas condiciones, un equipo guatemalteco de clientes Porsche, firmaba la victoria en su categoría (1.600 c.c.).

La Panamericana-México, considerada en la época como la competición más exigente del mundo, sólo comparable con otras míticas citas como las 24 Heures du Mans o la Mille Miglia, acabaría convirtiéndose en un epopéyico crisol para forjar —seguir haciéndolo— la leyenda del fabricante de Stuttgart-Zuffenhausen donde a Porsche más le ha gustado siempre… apoyándose en equipos ‘competición-cliente’, toda una filosofía deportivo-productiva.

A principios de los 50, Jaroslav Juhan —nacido en Praga en 1921—, desembarcaría —previa escala en Estados Unidos— en Guatemala, donde encontró un ambiente de lo más propicio para asentar residencia y hasta tomar su nacionalidad: jugador de jockey sobre hielo, ciclista y piloto de coches y motos, sus amplios conocimientos mecánicos le permitirían a Jaroslav trabajar en el mantenimiento de maquinaria para obras públicas.

Fiel a su pasión por los automóviles, Juhan acabaría convenciendo a su jefe para importar —según propio relato— «unos pequeños deportivos muy fiables» que, desde hacía cuatro años, fabricaba un conocido suyo, ‘un tal’ Ferry Porsche; dicho y hecho, arrancaba la aventura… de Porsche en Guatemala, a la que —paralelamente— también se apuntaba el cafetalero local José Eliseo Herrarte Ariano, quien competía en el país centroamericano al volante de coches norteamericanos tan potentes… como pesados.

En 1923, había comenzado un ambicioso proyecto: la construcción de una carretera para unir toda América, con un tramo especialmente singular en México. En el debut de los 50, el entonces presidente mexicano Miguel Alemán Valdez, a instancias de su Secretario de Comunicaciones —el equivalente a nuestros ministros— Agustín García López, aceptaba la propuesta de organizar una competición automovilística… arrancaba la primera edición (1950) de la Carrera Panamericana-México: banderazo de salida en Ciudad Juárez (frontera con EE.UU) y ajedrezada en Tuxtla Gutiérrez (frontera con Guatemala); pese a cierta oposición por su peligrosidad, continuaría disputándose en 1951 y 1952, con nutridas participaciones de pilotos y equipos oficiales, además de múltiples patrocinadores.

De mediados a finales de noviembre de 1953, la cuarta edición contó con la participación de varios pilotos de Fórmula 1, además de deportistas aficionados, en un recorrido inverso, desde Tuxtla Gutiérrez a Ciudad Juarez: 3.078 kilómetros repartidos en ocho etapas; puntuó para el Campeonato del Mundo de Marcas (FIA), estableciéndose cuatro categorías en las que se inscribieron 200 equipos. Para muchos, fue la edición más competida y con mayor —y mejor— participación de pilotos y coches.

Jaroslav «Jerry» Juhan sabía que Porsche había participado en Le Mans en junio de aquel año, inscribiendo dos 550 Coupé que, a diferencia del 550 Spyder, montaban techo rígido para mejorar la aerodinámica, lo que llevaría a la marca al primer y segundo puesto en la categoría de 1.101 a 1.500 c.c., además de terminar 15º y 16º de la general; así que, Juhan contactó con le mismísimo Ferry Porsche para adquirir aquellos coches, además de un 356 ‘lata de aluminio’ —por el material de su carrocería—. Los 550 tenían motor de 1.488 c.c. y 77 CV, con una ‘romana’ de… 550 kilos.

Tras arduas negociaciones, y por mucho que el gobierno de Jacobo Árvenz considerase aquellos Porsche como «juguetes» no precisamente muy deportivos, finalmente se lograría la importación de los 550 a Guatemala, inscribiéndolos en la IV Carrera Panamericana: «Jerry» subiría al podio en seis de las ocho etapas —incluso con un 4º en la general—; lamentablemente, a escasos kilómetros de la meta, una avería eléctrica le impediría cruzar bajo la ajedrezada. Además del riesgo inherente a la carrera, que discurría por carreteras muy rápidas y bajo climatología extrema, fue toda una prueba de resistencia: sólo terminaron 60 de los 220 inscritos; es decir, el 75% no lograrían finalizar.

En la siguiente edición, Hans Herrmann ganaba en categoría Sport hasta 1.500 c.c., justo por delante de Juhan, ambos con Porsche 550 Spyder, a la vez que se anotaban el tercer y cuarto puesto en la general.

Tanto Jaroslav Juhan como «Chepito» Herrarte correrían otras pruebas al volate de los 550 Spyder (1.000 Kilómetros de Buenos Aires 1954, Le Mans 1955…) firmando interesantes resultados en su categoría (1.500 c.c.). Finalmente, Herrarte se retiraría de las carreras para dedicarse a su profesión de cafetalero. Juhan regresó a Europa, donde merced a sus aportaciones en el diseño de neumáticos, y sus logros deportivos, logró el ‘Timón de Oro’. Ambos guatemaltecos acabaron convirtiéndose en referentes del automovilismo internacional.