El arte supremo… de la arcilla
Cuchillas y rasquetas metálicas, finos lazos de alambre, espátulas de madera, cepillos y pinceles…¿para qué sirven estas herramientas?
Pues… para que los modelistas de ‘Style Porsche’, trabajen en la realización de maquetas de arcillas que acabarán convirtiéndose en futuros vehículos deportivos; el primer paso… de la ideas a la realidad.
El maletín, que alberga un centenar de útiles, se convierte en inseparable compañero de aventuras para cada uno de los cincuenta diseñadores quienes, a su vez, ‘componen’ su propio juego de herramientas para asegurarse de que encajan perfectamente con su personal forma de modelar, llegando incluso a fabricarse algunas de ellas valiéndose de moldes específicos.
Una vez que Michael Mauer y Peter Varga, vicepresidente de ‘Style Porsche’ y director de Diseño exterior respectivamente, realizan una preselección de bocetos, se crean inicialmente hasta una decena de modelos a escala 1:3, que se someterán posteriormente a discusión; los dibujos pasaran entonces… del papel a la tridimensionalidad.
Aunque Porsche también utiliza realistas simulaciones fotográficas con ayuda de datos CAD y sofware de realidad virtual, nada como el modelado de la arcilla para crear magia deportiva, para representar de un modo real la interacción de formas cóncavas y convexas; nada como la mano humana, la del modelista, para una rápida implementación de los numerosos cambios que habitualmente se realizan en el proceso de diseño: sus manos son la prolongación, la ‘herramienta’ perfecta para los ojos del diseñador… convertido en potencial artista.
Eso sí, lo que comúnmente se conoce como «modelo de arcilla», es en realidad plastilina industrial: una pasta para modelar que se almacena en forma de grandes barras, en el horno del estudio a 60 grados, para que adquiera una consistencia blanda —como ‘mantequilla’— y así poder trabajarla; a temperatura ambiente, este material se endurece.
Para la realización de una maqueta a escala 1:3, se aplican a mano, sobre un armazón de madera y espuma dura, alrededor de un centenar de kilos; para una maqueta real —escala 1:1—, llegan a aplicarse hasta 1.200 kilos: el modelista utilizará la espátula para retirar el material sobrante, dar forma a los bordes y alisar las superficies. A renglón seguido, la utilización de cintas y láminas permitirá realzar las líneas más importantes, representándose también elementos como los faros o el parabrisas.
Una vez finalizado el proceso de selección interna, se crean dos modelos a tamaño natural, que se modelan, se cubren con láminas especiales y se pintan; las dos versiones nunca son idénticas, sino que suelen mostrar diferencias de diseño o equipamiento; finalmente, para la producción en serie, los diseñadores registran las dimensiones ayudándose de la fotogrametría. También los datos 3D servirán de base para el posterior proceso de desarrollo digital.
Hasta tres meses pueden pasar antes de que esté lista una maqueta 1:1; que, al final, lucirá un máximo realismo: en ocasiones, apenas se distingue a simple vista si estamos ante un vehículo real o ante una maqueta… el arte supremo de la arcilla.