Diario de León

Pasarela Goya

El álbum de cromos de los premios contenía todas las estrellas habidas y por haber

León

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Vaya por delante que un Goya debería ser todos los años para Goya Toledo , que para eso carga con el nombre de los premios del cine español. Si, además, según expertos en la materia, su elegancia nunca falla, pues habría que tenérselo en cuenta, máxime en estos tiempos en los que la Academia de Cine se ha instalado en el optimismo. Antes de la madre de todas las galas ya respiraban entusiastas porque el cine creció el año pasado. Eufóricos afrontaban el espectáculo de la entrega, que depositaron en Andreu Buenafuente . Y no solo fue bueno sino que reinó en la audiencia del domingo. Eso sí, no peleaban contra Aída , la serie de Carmen Machi que año sí y año también les vapuleaba.

Triunfó el cine pero el que ganó fue Álex de la Iglesia , el increíble hombre menguante (a lo ancho) que ha cambiado la cara mustia de la academia y la ha dotado de frenética actividad. El nuevo presidente de la institución cinematográfica se ha dejado 35 kilos que paseaba por la calle Pez muy a menudo y, ahora, en las inmediaciones de Génova, pared con pared con la sede del PP, adelgaza mientras engorda de actividades el edificio de la calle Zurbano. A muchos les ha descubierto que había una excelente sala de cine, un cine hecho y derecho para uso y disfrute de películas, siempre de calidad y, en ocasiones, de actualidad.

Hay quien pueda pensar que lo de Álex ha sido llegar y besar el santo. Pero tiene más pinta de haber sido aterrizar y ponerles las pilas a todo el que trabaja a su alrededor. Con visiones a larga distancia en las que De la Iglesia advierte que lo que se juegan es el pan de muchos, que, si es con cultura estará más rico, pero es lo que verdaderamente alimenta a los hijos.

Sorpresas

Si el año le fue bien, y la gala, mejor, el director de El día de la bestia debió de pensar que era el momento de sacarse conejos de la chistera y pescó a un pez gordo: Pedro Almodóvar . A José Luis Garci, al parecer, se lo reserva para la próxima. Y ya, por pedir, para que hubiera sido perfecto, sí se echó de menos un montaje, que para eso son lo del cine, rescatando aquel grito de Penélope Cruz cuando el manchego ganó su Oscar. A todo esto, Cruz había ido a nada, a ver cómo le daban, y no a ella, el premio a Lola Dueñas por esa delicia llamada Yo, también . Y eso tiene su mérito. ¿O también era de Álex de la Iglesia? Porque, a todo esto, estaba el gran Javier Bardem .

En pareja, Luis Tosar y Marta Etura , ambos de Celda 211 , la película gran triunfadora, se dijeron lo que quisieron porque se quieren. Algo que se sabía, pero poco, y que ya está en la palestra.

También quedó claro que resultar triunfador, si se tiene por rival a Alejandro Amenábar , es ganar pero menos. El genio, con su Ágora a cuestas, se llevó siete Goyas. Y puede que se esté riendo todavía con los titulares con coletilla que dicen, algo cierto, sí, pero engañoso: Amenábar tuvo que conformarse con siete estatuazas, casi todas técnicas. Dentro de veinte años, en donde se metan las películas, habrá una ficha técnica que dirá: Ágora , siete Goyas-¦

El álbum de cromos de los Goya contenía todas las estrellas habidas y por haber. Como si se tratara de una refundación, sin desmerecer al pasado, Álex de la Iglesia parece decidido a contentar a todo el mundo para que la institución sea representativa. Por eso estaba Fernando Trueba , dueño de sus palabras, silencios y de su ingenio. Nueve nominaciones, cero premios. O Maribel Verdú , que ella misma lo decía, iba a perder. Así fue. Pero sonreía su delgadez.

Hubo más mezclas de actores, porque parece que la gracia de esta cita ya no va a ser la de no estar, sino la de hacerse ver para coger el tren del futuro. Santiago Segura , como no se pierde una, no es significativo, pero sí, que, el todos a una que propone Álex de la Iglesia se materializara en una gran noche. Hacía años que en la entrega de los Goya no había circunstancias raras. Que la gala no fuera un asunto pesado. ¡Que liderara la audiencia! Parece que el tren arranca, y que hay un maquinista. Que le pega más a De la Iglesia, que llamarle líder, capitán o piloto. Más madera, esto es el cine.

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