Diario de León
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Hay una idea bastante extendida que habla de la «unión definitiva con Castilla del Reino de León a partir de 1.230». A esa idea contribuye el que en diferentes períodos de la historia en función de los repartos hereditarios esos territorios formasen parte del mismo reino o fuesen reinos independientes, por eso al llegar a 1.230 se refieren a «la unión definitiva».

Un primer dato a aclarar (como demuestra Pérez Bustamante en su tesis doctoral) es que la Corona de Castilla se dividía en 5 grandes circunscripciones: León, Galicia, Castilla, Murcia y Andalucía o Frontera. Es decir, no todos los territorios que componían la Corona de Castilla podían ser identificados como castellanos. Tal identidad sólo se correspondía a una parte, a uno de sus Reinos, al Reino de Castilla. Aquellos que pretenden decir que a partir de 1.230 León y Castilla forman parte de una misma unidad, tendrían que incluir en esa supuesta unidad a Andalucía a Galicia o a Murcia.

Sin embargo en esas divisiones no todas alcanzan el mismo nivel de autonomía en sus decisiones políticas. El Reino de León será el único que mantendrá Cortes propias de forma regular en un principio y más esporádicamente después.

La Corona de Castilla lo que confirmaba era la hegemonía castellana, la dirección de Castilla en la organización territorial del estado. Ahora bien, junto a esa personalidad castellana se mantenía vigorosa la personalidad leonesa hasta el punto que se hacía incluso necesaria su nominación para hacer entender a un interlocutor que formaba parte de esa Corona. No se decía, por ejemplo, la Corona castellano y gallega o castellano y andaluza, se decía en reconocimiento a esa personalidad la Corona de Castilla y León.

La hegemonía de Castilla se traduce rápidamente en éxitos militares frente a los musulmanes. Rápidamente la ofensiva militar de las tropas de la Corona de Castilla se extiende a todos los frentes, se conquista Córdoba (1236), Sevilla (1248) y se anexionaba Murcia (1.243).

Un segundo efecto inmediato del triunfo de la hegemonía castellana es la desmembración como uno de los territorios de Portugal. En esa Hispania romana o en esa España que los reyes leoneses pretendían reconstruir estaba Portugal. Se avanza en las conquistas frente a los musulmanes pero también en la descomposición interna.

Un tercer efecto es que se progresa en la uniformización de España. Frente al concepto de España como unidad plural, se pasa a un poder que el rey DELEGA en los Adelantados o en los Merinos. En la hegemonía de Castilla la soberanía ya no reside en cada uno de los territorios sino que actúa mediante una simple delegación de poderes por muy amplios que pudieran considerarse.

Un cuarto efecto es la pérdida de la influencia de las Cortes como organismo con capacidad de control del poder real. Julio Valdeon nos dice que «las Cortes se fueron reduciendo a un papel asesor y a simple caja de resonancia de las grandes proclamas regias, aparte de la presentación de quejas y la votación de subsidios extraordinarios por los procuradores del tercer estado».

El quinto efecto fue el de que Valladolid empieza a cobrar importancia al verse favorecido por su propia situación geográfica y desplazarse el centro de gravitación. Así es una ciudad que se ve favorecida por cuanto se le reconocen privilegios fériales tanto a la propia capital como a Medina del Campo. Sin embargo las ciudades del Reino de León no cuentan con esos privilegios fériales, lo que contribuirá a su decadencia económica. Al éxito de las ferias de Valladolid pudo contribuir también el hecho de que fuera un territorio repoblado por catalanes que ya en esa época se habían distinguido por su espíritu mercantil.

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