La tierra del tseite, el tsinu y la tsana
En la Montaña Occidental no quieren perder su «tsingua» pero apenas existen acciones institucionales que la apoyen de veras
Ai ho! ¡Buenus días!
-Buenus, ho.
-¿Cúmu va la túa xente?
-Bien, a Dious gracias. Ya' tou padre, ¿quéi?
-Buenu, diz el médicu que tien que cuidar el fégadu.
Esto es Palacios del Sil, en el Noroeste de León. Si en la anterior entrega elegimos la localidad de La Baña para comenzar esta miniserie sobre los últimos reductos en los que, hoy en día, se habla leonés en la calle, como ejemplo de La Cabrera, en esta ocasión elegimos la capital del histórico cuncechu (concejo) palaciegu , antiguamente de «Ribas del Sil d'Arriba», como santo y seña de la otra comarca en la que aún sobrevive el viejo leonés, la lengua romance que con el correr del tiempo se perdió, aunque dejando numerosas huellas, en gran parte del resto de la provincia.
Aquí, en Palacios, este verdadero tesoro lingüístico sigue vivo y presente en la vida cotidiana, en la casa, en los útiles y herramientas que se manejan, en las labores del campo, en los nombres de los prados, de los montes, de las casas e incluso de las personas.
-¿Esto, cómo se llama?
-Ai mia madre, pues estu-¦ garfietsa dicimus-¦
Pasa tiempo antes de que la paisana alcance a decir «cazo». La garfietsa es el cazo.
El ayuntamiento de Palacios del Sil, es decir, lo que de manera más o menos tácita se conoce como comarca del Alto Sil, forma un conjunto cultural inquebrantable no sólo con las de Laciana, Babia y Omaña en León, sino también con los valles asturianos que caen del otro lado del puerto de Leitariegos. El habla, las costumbres, la arquitectura, el folclore-¦ son casi idénticos. Lo mismo ocurre con el idioma. Lo que aquí se habla, técnicamente según los filólogos, es asturleonés occidental, es decir, pertenece de modo indudable al gran tronco leonés pero a su parte oeste; una variedad lingüística, pues, que históricamente ha venido siendo común a las mitades occidentales de Asturias y León. La característica más llamativa de parte de estas zonas es un sonido curioso y muy significativo, mal llamado «che vaqueira» (su ámbito excede con mucho al del radio de acción de la antigua etnia de los «vaqueiros de alzada»), que se articula chasqueando la lengua contra el paladar, en vez de con los dientes, como se hace con la «che» normal. En realidad no sería una «che» sino una «elle». Nos explicamos. Una de las cosas que diferencian al asturleonés de las lenguas próximas (es decir, del gallego y del castellano) es que «palataliza» las «eles» iniciales (y algunas que están en el interior de palabra); es decir, lobo en gallego, lobo en castellano, pero llobu en asturleonés. Lúa en gallego, luna en castellano, pero lluna en asturleonés. En la zona en la que estamos, la palatalización es, digamos, «extrema» y suena ligeramente parecida a la «che». Dicho de otra manera, casi siempre que en el resto del dominio se diga «ll», aquí suena como che vaqueira. Ejemplo: llamber (lamer) en el resto; aquí tsamber ; llana (lana) en el resto, aquí tsana ; llingua (lengua) en el resto, aquí tsingua ; allegría (alegría) en el resto, aquí atsegría .
A la hora de escribir
Otro problema histórico ha sido la forma de representar ese fonema. Como no corresponde a ningún sonido conocido en castellano, desde antaño se ensayaron formas como «x», «tx», «chx», o la más usada en zona leonesa, «ts». La Academia de la Llingua Asturiana, que ha fijado y estandarizado el idioma en su ámbito de acción legal, es decir, el Principado, ha escogido la forma «l.l» (doble ele con dos puntos, cada uno debajo de una ele, aunque por motivos de disponibilidad tipográfica se puede escribir l.l) para indicar que corresponde, que equivale, a la palatalización que se da en el resto de la lengua. Actualmente hay un cierto debate en torno a si usar «l.l», quizá más correcta filológicamente, o «ts», más popular.
El sonido se refleja perfectamente en el conocido dicho
Quien nun diga tseite, tsinu, tsume, tsana/ nun yía del vatse de Tsaciana («quien no diga leche, lino, lumbre, lana, no es del valle de Laciana»)
Además, la gran escritora de Palacios Eva González (1918-2007), dueña de una monumental obra literaria en esta lengua, ofrecida en numerosos libros y recopilaciones, dejó consignada, en un maravillosamente sonoro poema, la música de la fala:
¡Qué guapas las tsacianiegas!/ ¡Qué mozos los de Tsaciana!/ Cúmu nós siempres dixenun: tsume, tseite, tsinu, tsana/ tsobu, tsueza, tsambuleiru/ tsombu, tsumiacu ya tseña/ tsinar, tsomba ya tsadripa/ tsou, tsendón ya tsampazada
Otros ejemplos provienen del extenso y rico patrimonio musical de estos valles:
¡Viva Umaña ya Tsaciana, viva-™l Vatse de Naviegu/ Palacius del Sil ya Babia, Cebea ya Tseitariegus! ¡Viva el baitse de Tsaciana, bien tsamáu montañés, con los sous harmanus xemelus, babianu ya umañés!
En cuanto al nombre que las gentes de la zona le aplican a su forma de hablar, quizá la más conocida sea patsuezu (pal.luezu), pero también falas antiguas o la falietsa . Su postura ante ella ha variado con el correr del tiempo, pero, tenida en más o menos orgullo, en más o menos consideración, siempre ha venido configurando buena parte de la fuerte identidad de esta tierra montañesa. Unos la habrán echado en el olvido; otros la emplearán sólo en casa, otros más hablarán en castellano usando, de vez en cuando, palabras «del país»; pero todos parecen encontrar un lejano gusto en pronunciar, de vez en cuando, las palabras de la nuesa tsingua . Además, la no despreciable literatura producida desde los años ochenta hacia acá en esta variedad lingüística, los concursos de patsuezu, las obras de teatro y hasta un programa quincenal de radio parecen estar ayudando a dignificarla y a hacer que sus hablantes se sientan orgullosos, si no de hablarla fluidamente, por lo menos sí de conocer muchas de sus palabras o de haberlas «sentido» en su entorno más cercano.
Donde más y mejor se puede oír hablar, actualmente, es sin duda en los pueblos del cuncechu : Cuevas, Tejedo ( Teixéu ), Valseco ( Valsecu ), Matalavilla ( Matalavitsa ), Salientes-¦, donde los niños (los nenos) conocen bien lo que es una conxial (nogal), un magüetu (ternero) o un rebotsu (roble); y en el propio Palacios. En Laciana se escucha sobre todo en la parte alta (los Caboalles). En Babia la pérdida lingüística está siendo alarmante, siendo ya un patrimonio único de la gente más mayor, castellanizándose casi todo el habla de la gente joven en fecha bien temprana, lo mismo que pasó en las comarcas de Luna ( Tsuna ) y Omaña.
De nuevo, como en Cabrera, la misma conclusión: se habla, sí; pero tan poca gente que ¿hasta cuándo? ¿Cuándo morirá el último falante? ¿Cómo y por qué no se supo detener esta sangría a tiempo, sangría que corre pareja al vaciamiento total de los pueblos y a la humillación y soterramiento de la cultural rural en su conjunto?
Así que, de la misma manera que hicimos en Cabrera, aquí seguiremos preguntando por los nombres de las cosas, de los elementos del paisaje y la cultura del día a día. Por ejemplo, ¿qué tal algunos refranes? «Marzu ventosu, abril chuviosu, sacan a mayu fluridu ya furmosu». «Mayu me muecha, mayu m'enxuga, mayu me tapa cuna sua cubertura». «Febreiru febreirudu, marzu rabudu». «L'augua de San Xuan, quita vinu ya nun da pan». «Nublina na muntaña, pescadore na cabana». «Nubles de tsana, nin chueve nin nada».
En casa y en el monte
Estos valles no se entienden sin las brañas, esas zonas altas de pastos hasta las que subían ganados y gentes con sus familias y enseres para pasar gran parte del branu . En ellas, los grupos de cabanas (cabañas) acogían a las familias que allí hacían la vida: muñían (ordeñaban), mazaban el tseite , faían el queisu ya la cuachada , texían , etc. Algunas son bien famosas por su condición de punto de llegada o de tránsito de rutas montañeras y, en todo caso, por los fantásticos paisajes en las que están ubicadas y por la sugerencia de un modo de vida tan próximo y a la vez, tan lejano. No hace ni diez años que los últimos brañeiros y brañeras subían a ellos a pasar algunas semanas. Tras un período de olvido, hoy, muchas de ellas y afortunadamente, se están volviendo a teitar y a recuperar. Es de esperar que la utsera , ese «frigorífico natural» tan característico de las cabanas, vuelva a enfríar los alimentos (y es de esperar que se siga llamando así). Éstas son algunas de las más famosas de la zona: la Braña la Fontetsada, la Braña Pedrosu, la Braña la Degotsada, la Braña-™l Campu Cuevas, la Braña Tsourinas o la Braña Falanes. También los montes nos dan idea de la tsingua propia y antigua de la tierra: El Cuetu l'Osu, Buscalfríu, El Cerisaléu, Andrías, La Boca Bustatán, El Cutsadón o El Cugotsu.
A pesar de que nos encontremos aún con una realidad viva, esta fala está también, como vimos en Cabrera, completamente ausente de la vida oficial: no se encuentra en ningún cartel o rótulo ni en ningún anuncio municipal, y apenas si aparece en las webs de los ayuntamientos o en los folletos turísticos. Tampoco se enseña en las escuelas, ni siquiera como asignatura extraescolar u optativa, sólo hay cursos puntuales para todas las edades, habitualmente en verano. Y sin embargo, toda la zona, gracias a la obra señera de Eva González y de otros autores (los cuales se auparon, a su vez, en el legado del filólogo babiano Guzmán Álvarez, quien hoy da nombre a un Concurso de Patsuezu convocado por la asociación Xeitu), sí cuenta con una apreciable cantidad de obra escrita (a diferencia de la Cabrera) que da cuenta de lo que era la vida y la lengua en estos valles y que ha propiciado su -relativo- auge literario actual.
No se pueden olvidar, en este breve repaso por el patrimonio oral de Palacios del Sil, los nombres de las fuentes (la Fuente las Canales, la Fungaxal, el Funtanón, la Fuente l'Outeiruelu, la Fuente la Puntiga o la Fuente Tsamaurén), de las calles y barrios (El Xirón, Los Paredones, Plaza del Cuncechu) o de las eras y praos anexos al pueblo (Corrada del Outeiru, Corrada del Canalón, Corradona de la Cuérguila, Corrada del Calechu, El Pumarín, El Truncu, La Era los Ximielgos, La Era l'Utre, La Eral'Campu, La Era'l Poulón-¦).
¿Y qué decir de los animales y plantas? Entre los domésticos tenemos las pitas y el gatsón (las gallinas y gallo), el gochu , la ugüecha (oveja), el cordeiru , el carneiru , la vaca y el xatu , el magüetu . Entre los salvajes, el xabaril (jabalí), el tsobu , la raposa , el melandru (tejón), el osu , el faisán (urogallo), la culuebra , el galfarru (milano, ave rapaz)-¦
Y los nombres de árboles más repetidos, la cereisal , la manzanal , la castañal , la nisal , la guindal , el bedul (abedul), el rebotsu (rebollo, roble), el capudre (serbal de los cazadores), el umeiru (aliso), el negrillu , el freisnu , el ablanu (avellano).
-Ya entós, ¿quéi tse pasóu? ¿tinía mal l'arca (el pecho)?
-Non, mancóuse nu renaz (riñones). Cayíu ya escadrilóuse.
-Ai nena. Vamos pa viechos.
Más extensa en el pasado
Según parece, la extensión de estos rasgos lingüísticos era mucho mayor en el pasado. En las encuestas que, a principios del siglo XX, encargara Ramón Menéndez Pidal, se lee fuecha para hoja, como se dice en esta zona que estamos tratando, pero en La Magdalena, a veinte kilómetros de la capital leonesa. Además, en todo el arco de la Montaña Central -Los Argüellos- aún queda topónimos (nombres de lugar: cumbres, prados) que demuestra que la palatalización en «ts» era antaño también propia de esta comarca.
Dado que se trata de un fonema de difícil articulación, en muchos casos se ha reducido ya al sonido «ch», siendo ya muy pocos los paisanos que, fuera de la Montaña Occidental, aciertan a pronunciarlo correctamente (en Cubillas de Arbas las mujeres mayores siguen hablando del Prau Gatsegos , no así los jóvenes, y en otros sitios de esta montaña ya dicen Las Chombas , El Cubiecho o La Pandiecha , sencillamente con ch ).
Hemos hablado del Alto Sil, Laciana y Babia, pero los alrededores también ofrecen datos de interés: Omaña parece que perdió la che vaqueira pero la sustituyó, en un fenómeno curioso, por la otra palatalización, la que corresponde en el resto del dominio ( tsobu por llobu ) y aún atesora -aunque en caída libre, como en todo el territorio- un patrimonio lingüístico leonés muy notable. En cambio, el ayuntamiento de Páramo del Sil sí que mantiene, en sus núcleos de población pequeños, buena parte de este habla, pese a que la intensa explotación minera, la llegada de población foránea y el casi completo éxodo rural la han arrinconado en gran medida.
En el valle de Fornela ( Furniella ) empiezan ya a entremezclarse las isoglosas (líneas que separan dos áreas geográficas que se distinguen por un rasgo dialectal concreto) asturleonesas y gallegas, pero su variedad lingüística sería básicamente leonesa (huevo es uovo , molino molín , noche nueite ; y no ovo, muiño o noite como en gallego, aunque hay variaciones en cada pueblo), mientras que en Ancares ya estaríamos en zona de lengua gallega con abundantes leonesismos. Cuanto más se avanza al sur, más diseminada está la lengua, y así, aún se emplean muy abundantes palabras, giros y expresiones pertenecientes a este mismo idioma en las áreas de Fabero, Noceda e Igüeña.
Y resulta asimismo interesante la situación de Villablino, la capital lacianiega, como centro neurálgico en el que se está desarrollando una cierta concienciación sobre la necesidad de impedir que desaparezca -de forma irreparable- esta parte de la l.lingua como realidad viva.
En cuanto a la producción literaria, hay que recordar que tuvieron que llegar los años ochenta para que la matriarca de las letras en asturleonés, Eva González, escribiera sus primeros poemas y cuentos. En 1980 publicó su primer libro en colaboración con su hijo, el académico Roberto González-Quevedo: Poesías ya cuentus na nuesa tsingua , primero de una serie de seis libros surgidos de esa colaboración: Poesías ya hestorias na nuesa tsingua (1980), Bitsarón: Cousas pa nenus ya pa grandes na nuesa tsingua (1982), Xentiquina (1983), Xeitus: poesías ya cuentus (1985) y Brañas d'antanu ya xente d'anguanu: poesías ya cuentus (1990). En el 2007 apareció una obra facsimilar que englobaba toda esa producción, Na nuesa tsingua ; y un año después, Cuentos completos , con bellísimas narraciones, algunas de ellas inéditas. La familia ha recordado que no todas sus creaciones literarias han visto aún la luz, entre ellas una autobiografía, Hestoria de la mía vida , que previsiblemente se publicará pronto. En cuanto a su hijo, el filólogo, antropólogo, escritor y secretario de la ALLA Roberto González-Quevedo, indicar que es también dueño de una extensa obra en solitario, tanto de índole científica ( La fala de Palacios del Sil , 2001) como literaria, dentro de la cual hay que destacar el poemario L.lume de l.luz (2002), el conjunto de cuentos recogidos en Pol sendeiru la nueite (2002), la antología poética Pan d'amore (2004), el libro infantil Xuan ya Maruxa (2007) o la novela El Sil que baxaba de la nieve (2007). Junto a ellos, un puñado de autores lacianiegos y palaciegos han cultivado, asimismo, esta variante lingüística, como Melchor Rodríguez Cosmen ( El Pachxuezu , 1982; Cousas de viechas dóminas , 1985), Severiano Álvarez ( Cousas d'aiquí , 1987; La gouta d'augua , 2009) o Emilce Núñez ( Atsegrías ya tristuras , 2005), entre algunos otros, sin olvidar las obras de teatro de Francisco Javier González-Banfi Caldu de berzas y Fuei a cortexiar a Robles o el exhaustivo Diccionario del Patsuezu (2009) de Manuel Gancedo.
-Adious, nenu, que te vaiga bien.
-De güei n'un anu.
-¡Alón!