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Eugenia y la cuadratura del círculo

La duquesa de Montoro reaparece más «sola y feliz» que nunca

Publicado por
Arantxa Furundarena
León

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Lo ha vuelto a hacer. Una vez más, Eugenia Martínez de Irujo ha recurrido a una revista del corazón para promocionar su última colección de joyas, a cambio de pagar un peaje inevitable: contar su vida. Lleva más de cinco años poniendo al cielo por testigo de que jamás volverá a utilizar esa fórmula. En el 2004, tras su debut como diseñadora de la firma Tous, llegó incluso a anunciar su jubilación anticipada como personaje del corazón. «Ya sólo hablaré públicamente de mi trabajo», dijo. Lo cumplió durante un tiempo...

Pero de raza le viene al galgo y Eugenia, digna hija de una madre que para regocijo de reporteros y paparazzi suele irse de la lengua, ha vuelto a caer en la tentación de las confesiones mediáticas. Esta semana cuenta en la revista ¡Hola! cómo ha superado su dependencia de los hombres, cómo ve a Fran Rivera... Y ya, puestas a contar, lo mucho que a la duquesa de Alba le gusta la morcilla de Burgos.

La duquesa de Montoro (título que, por cierto, utiliza tan poco que su madre amenaza con quitárselo) o la duquesita, como la llaman algunos, paseó su escueta anatomía, sus últimas creaciones en joyas y su nuevo y favorecedor corte de pelo ayer viernes por el village del Real Club de Tenis de Barcelona, donde se disputa el Open Banc Sabadell 58º Trofeo Conde de Godó. La permanente sonrisa delataba que Eugenia pasa por un momento feliz.

Sola y feliz.

Según ella, gracias a que ha aprendido por fin a quererse y a estar sola, sin necesidad de «enlazar una pareja tras otra», como por lo visto le ocurría antaño. A esa conclusión (mejor sola que mal acompañada) llegó la pequeña de los Alba la primavera pasada, tras romper con Gonzalo Miró, que ahora es novio de una amiga suya: Amaia Montero.

Mucho más segura y serena desde que entró en los cuarenta Eugenia, que en noviembre cumplirá 42, visitó el stand de Rolex del club de tenis barcelonés y se quedó a almorzar en el restaurante del recinto, donde compartió mesa, mantel y animada conversación con Ana Rodríguez, la esposa de José Bono, y con María Zurita. Han sido muchos los rumores que vinculan su actual euforia a un romance secreto con un catalán. Pero ella los ha desmentido. Es cierto que llegó a pensar en instalarse en la Ciudad Condal, pero esa idea ya está totalmente descartada. Al margen de sus constantes visitas a Cataluña para trabajar con los Tous o ver a los amigos, la de Montoro seguirá viviendo en Madrid que es, como apunta ella misma, «territorio conocido».

Muy favorecida con su simpático nuevo look a lo Meg Ryan, Eugenia goza de un momento dulce en el que por fin le está sacando partido a su libertad, a la maternidad (su hija, Tana, de diez años, es el centro de su vida) y al privilegio de haber nacido con nombre y fortuna. Pero no todo fue siempre así de luminoso en la vida de esta famosa mujer. Bautizada como María Eugenia Brianda Timotea Cecilia Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart, la menor de los seis hijos que tuvo la actual duquesa de Alba se quedó huérfana de padre antes de los cuatro años, y se crió en un ambiente palaciego un tanto gélido, entre nanis y tatas. Ella misma ha relatado que de cría se escapaba del chófer para poder ir al colegio en autobús. Ser una niña normal era su mayor anhelo.