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León

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A mediados de los años treinta «Fiat Hispania, S.A.» gestionaba las actividades del fabricante transalpino en España. Incluso en la fábrica que Hispano Suiza tenía en Guadalajara se construía -bajo licencia- el Fiat 514, posteriormente denominado Fiat Hispania 514 cuando Hispano Suiza vendió aquellas instalaciones a la firma italiana. El anagrama alado, muy similar al de los Hispano Suiza aunque con fondo de la bandera republicana, era prácticamente la única diferencia con el modelo homónimo italiano.

Desplazado por el más moderno Balilla y la guerra civil, el 514 (515 de batalla larga) terminaría su efímera aventura española más pronto de lo previsible.

Junto con Fiat, el otro gran licenciado español era Ford, que se había establecido (1920) en El Puerto de Santa María (Cádiz) y que se trasladaría a Barcelona tres años después bajo la denominación «Ford Motor Ibérica», fundamentalmente para la producción de vehículos industriales en régimen de «montaje»: chasis y mecánica semi-acabados, para colocarles la carrocería (taxis, autobuses-¦) o la caja para mercancías. Así aparecerían los 8 HP, los famosos «Y» de 1933, con la mayoría de sus componentes llegados de Inglaterra, y los también célebres 10 HP (1935), apodados «cuba» por las redondeadas formas de una carrocería que recordaba a las cubas de vino.

Terminada la guerra, Ford reemprendería la fabricación de camiones-¦ Ebro; el «Thames» inglés, en realidad. Ford largaría amarras en el 65, mientras la compañía pasaba a ser «Motor Ibérica» y a fabricar el Nissan Patrol-¦ por ejemplo. Después, ya se sabe, en escasamente una década, el óvalo volvería a Valencia-¦ y al Fiesta.

¿Y la «era de las filiales»? Aquel clónico Seat 1400 A, daría le pistoletazo de salida a un proceso ciento por ciento con licencia 1397518451 Se lanzaban al mercado español los Renault de Fasa, el Citroën 2CV, Dodge y Simca (Barreiros), los Morris, MG, Austin y Mini de Authi, junto con el Fiesta de Ford y Corsa de Opel, incluso los Talbot (entonces de Peugeot) y hasta Volkswagen.

Con el Seat 600 como ejemplo icónico de popularización automovilística, las filiales tendrían una importancia capital en la industrialización española de la época. Tanto, que España se convertiría en toda una auténtica potencia en la producción automovilística por, eso también, un drástico cierre de fronteras a la importación de coches extranjeros. Así que, se vendía -y compraba- lo de aquí.