Diario de León

Ciudadana Campanario

A la espera de un juicio que podría llevarla a la cárcel, la esposa de Jesulín de Ubrique se siente víctima de la crueldad ajena

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arantza furundarena
León

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Y «ambiciosa», casualmente, es el adjetivo que con más frecuencia le adjudican sus adversarios. Pero la Campa, como se la conoce popularmente en platós y mentideros, se muestra dolida. Acaba de cumplir 31 años y la vida sólo le sonríe a medias. Tiene un marido boyante, el ínclito Jesulín de Ubrique, y dos hijos, Julia y Jesús Alejandro, que crecen felices y sanos, pero hay algo que no la deja dormir por las noches. Algo que la ha llevado a recurrir a somníferos y tranquilizantes. Y esa angustia no está relacionada esta vez con su sempiterna enemiga, Belén Esteban, sino con un contrincante mucho más implacable: la Justicia.

Falta poco para que el Tribunal Supremo decida si el juicio contra la ciudadana María José Campanario, acusada de un delito de estafa en grado de tentativa contra la Seguridad Social, va a contar con un jurado popular o, por el contrario, será un juez quien dicte sentencia. Ella, consciente de su impopularidad -”cultivada y abonada en gran medida por la mediática Esteban, su inagotable rival-” no desea ser juzgada por nueve ciudadanos anónimos entre los que podría encontrarse algún fan de la princesa del pueblo . La Fiscalía coincide en eso con María José, y se ha mostrado contraria en este caso al jurado popular, pero el Tribunal Supremo debe decidir.

«No he tenido derecho a la presunción de inocencia. Ésta es la democracia que tenemos», se queja la Campanario.

«Máster» en aguante

María José era una joven técnica del Laboratorio de Anatomía Patológica del Hospital de Castellón cuando se coló en la vida del famoso torero, con fama de conquistador, Jesulín de Ubrique.

Nunca sabremos si la relación habría llegado a buen puerto de no haberse producido aquel 24 de septiembre del 2001 el terrible accidente de tráfico que llevó al diestro al borde mismo de la muerte y que, en algunos aspectos, hizo de él un hombre nuevo, mucho más centrado y maduro.

El caso es que la presencia constante, por no decir persistente, de la solícita y rendida enfermera María José junto al lecho del enfermo obró milagros. Dos meses después se comprometían y al verano siguiente se casaron.

Una familia complicada

Ingresar en el seno de la familia Janeiro, con un suegro tan folclórico como Humberto y la sombra constante de una ex mujer permanentemente enrabietada y con mayor capacidad de venganza que la inquietante señora Danvers de la película Rebeca, ya de por sí implica someterse a una presión extraordinaria.

En los ocho años que lleva junto a Jesulín, Campanario ha hecho un auténtico máster en aguante. Si fue la ambición lo que la llevó hasta Ambiciones está claro que en el pecado lleva la penitencia. Pero cuando ya parecía vacunada contra críticas, guerras intestinas e improperios, y empezaba a cimentar cierto prestigio como esposa y madre, llega la Guardia Civil y llama a su puerta.

Campanario está presuntamente implicada en la ya famosa operación Karlos, una trama para timar a la Seguridad Social, en la que ella aparece imputada por delitos de estafa y cooperación en falsedad, por haber colaborado presuntamente en la tramitación de una fraudulenta pensión de invalidez para su madre, Remedios Torres. El fiscal pide para cada una de ellas cuatro años y seis meses de prisión.

«El problema -”explica el periodista Juan Luis Galiacho-” es que la madre de María José, que en los setenta trabajó en una fábrica de lámparas del cinturón industrial barcelonés, sólo ha cotizado nueve años a la Seguridad Social y tiene una invalidez del 54%, lo cual no le da derecho a dicha pensión».

El delito de estafa se castiga en España con una pena mínima de tres años y medio, según este experto en la operación Karlos, «pero como la madre de Campanario no llegó a cobrar la pensión, porque justo antes se destapó toda la trama, aquí hablamos de tentativa de estafa con agravante, por haber intentado lucrarse de un bien público, y eso está penado con más de dos años de cárcel; dos años y un día para ser exactos lo que significa que, de ser declarada culpable, María José, aún no teniendo antecedentes penales, ingresaría en prisión».

Serio proceso

Consciente del serio proceso al que se enfrenta, la Campa navega entre el temporal mediático y sus noches de insomnio. Pero Jesulín está con ella.

«Él sabe quien soy». Juntos vieron el enésimo programa televisivo en el que se revelaron nuevos datos del sumario y -”lo que más le ha dolido a ella-” las fotos de su detención.

«Hay gente que no me soporta y me está atacando en lo personal. Estoy recibiendo un trato muy cruel», se queja la Campanario.

Pero, si al final se demostrara su culpabilidad, siempre habrá quien diga, sobre todo en los tiempos que corren, que más cruel es intentar robar a todos los españoles a través de su Seguridad Social.

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