Diario de León

ANDREA ALFONSO. Subjefa de campamento

León

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Con este son cuatro años los que la ponferradina Andrea Alfonso participa en la Ruta Quetzal-BBVA. Ha recorrido algunos de los rincones más recónditos del mundo, pero hasta ahora no había visitado su tierra como miembro de la expedición. «Por eso me hace tanta ilusión», aclara.

Durante las seis semanas que comienzan el jueves en México, ejercerá como subjefa de campamento. Será el «colchón» entre el propio campamento y los monitores que se encargan de los expedicionarios y uno de los apoyos de Jesús Luna, el jefe de campamento y que ya es toda una institución en la ruta.

No es la primera vez que desempeña esta función, que ya llevó a cabo en el 2007. También ha sido monitora y encargada del material.

Entre sus tareas estará organizar los autobuses, la entrada a los comedores, las duchas o la recogida de la basura. Y es que será un «ejército» de cientos de jóvenes a preparar cada día durante los 45 que dura la aventura. «Es bastante complicado, pero el hecho de que todo el mundo, tanto expedicionarios como monitores, ponga de su parte hace todo bastante más fácil».

Las jornadas de trabajo son largas, con caminatas kilométricas y noches a la intemperie. Para la organización la jornada de trabajo no termina cuando acaba la programación del día, pues tienen que organizar lo del día siguiente. Sin embargo, Andrea asegura que ellos también disfrutan de la expedición. «Es un trabajo durillo, pero compensa».

Además de los expedicionarios, tampoco los monitores son siempre los mismos. Son muy pocos los que repiten, aunque la veteranía es importante para no llegar de nuevas.

Reencuentros

Cada expedición supone reencontrarse con algunos antiguos compañeros en un ambiente «muy bueno» en el que también se estrechan lazos con los propios ruteros. La convivencia hace inevitable la amistad y, de hecho, existe una auténtica comunidad en Internet de antiguos expedicionarios que, a pesar del paso de los años, cuidan las amistades que hicieron en su día y organizan encuentros en España cada año para volver a recordar las vivencias de la Ruta Quetzal-BBVA. Pero además cada dos años se elige un punto de encuentro internacional elegido por ediciones anteriores para facilitar el contacto con ruteros de fuera de España. Y funciona. Cada año son muchos los que se apuntan a estas reuniones, dispuestos a no dejar en el olvido la experiencia.

Al menos eso asegura Andrea. «En mi primer año, alguien me dijo que esto te cambia la vida, y desde entonces yo siempre lo repito, porque es así».

El intercambio de culturas proporciona a los jóvenes unos valores que no suelen tener muy presentes: «Es mucho lo que tenemos que aprender de los americanos. Los europeos a veces nos creemos que lo sabemos todo por tener un montón de cosas materiales, pero ellos y su forma de vida tienen muchas cosas que enseñarnos», aclara esta berciana.

Este año, además, Andrea tiene una doble motivación: «Estuve viviendo en México, en Veracruz, en el 2004, y ahora espero reencontrarme con gente que conocí allí».

A los expedicionarios que se lo están pensando, se lo deja claro: «Participar aquí es algo maravilloso, una super-experiencia en la que todo el mundo aprende muchísimo».

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