Todo es pirata en la música y el cine-¦
El 95,6% de la música que circula en España a través de las redes se obtiene de forma ilegal, y el 83,7%, en lo relativo al cine
El saqueo continua mientras la música o el cine siguen siendo alimentos de ocio y cultura imprescindibles. Tanto para público como gobernantes, éstos últimos, no dudarán en recurrir a ellos cuando haya que buscarse los réditos de popularidad necesarios para justificar su tarea pública. Al menos, Promusicae, la entidad que intenta velar por los intereses de profesionales del sector sigue poniendo el dedo en la llaga. Y ofrece datos tan ineludibles como los que, con pavor, uno se puede encontrar a continuación. Dan ganas de opinar, pero hay veces que no hace falta.
El 95,6 por ciento de la música que circula en España a través de las redes digitales se obtiene y descarga de forma pirata. Ése es el dato más llamativo que arrojó el primer Observatorio de Piratería y Hábitos de Consumo de Contenidos Digitales, un exhaustivo informe realizado por la consultora independiente IDC por encargo de la Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos, en la que está integrada Promusicae, y que ya fue presentado hace unas semanas, pero que no por pasado pierde su valor.
El estudio revela que el sector musical ha dejado de obtener unos ingresos potenciales de 1.338 millones de euros, y ello, a pesar de la ingente oferta de música legal existente en la red a través de las tiendas y portales de todos los grandes operadores.
El expolio de la piratería
El trabajo de IDC, que maneja datos e informaciones correspondientes al segundo semestre del 2009, demuestra que la música es, con mucho, el sector creativo más afectado por el expolio de la piratería por Internet. El mundo editorial comienza a padecer un índice de piratería digital del 19,7 por ciento, una cifra que crece hasta el 52,3 por ciento en el caso de los videojuegos y se dispara hasta el 83,7 por ciento en lo relativo al cine.
Pese a la espectacularidad de estas cifras, la situación de los artistas musicales resulta todavía más dramática. De cada cien canciones que se descargan en España, casi 96 llegan a su destinatario de forma ilegal, sin autorización de los propietarios y sin que reporten ningún tipo de compensación a los titulares de los derechos: autores, artistas, intérpretes y productores.
«Este informe demuestra una vez más lo que ya sabíamos: estamos siendo saqueados», según explicó Antonio Guisasola, presidente de Promusicae, la entidad que aglutina a la mayoría de productores de música españoles. La industria de la música es el sector de la producción cultural que ha realizado en todo el mundo «el mayor esfuerzo de adaptación al entorno digital, con catálogos enteros y decenas de millones de canciones al alcance del consumidor en modelos que van desde la descarga a la suscripción, pasando por el acceso gratuito financiado con publicidad. Pese a ello, la desprotección ha sido una constante histórica en el caso español. Hemos sido y estamos siendo desvalijados sin que hasta ahora se haya producido una respuesta», abunda al respecto Guisasola.
A la luz de estos últimos datos, Promusicae ha decidido reclamar al Gobierno y al Parlamento que «no demore ni un minuto más» la tramitación de las previsiones antipiratería incluidas en la Ley de Economía Sostenible «único elemento que constituye un atisbo de esperanza en nuestro panorama legislativo», según Guisasola. Con todo, el presidente del sector discográfico español no ocultó su «moderado escepticismo» al respecto.
Un dato alentador
El análisis de IDC recoge, al menos, un dato más alentador. De toda esa mayoría superlativa de internautas que accede a música de forma irregular, el 58,4 por ciento declara que estarían dispuestos a pagar una cierta cantidad por obtener esas canciones de forma legal. Es algo más que en el ámbito del cine, donde los usuarios en esta tesitura representan el 54,8 por ciento. Y es más, Guisasola concluye: «Si esa disposición a pagar por el producto legal no se materializa no es por falta de oferta legal, como algunos nos quieren hacer creer, sino por la sobreabundancia tolerada de oferta ilegal que sólo beneficia a los que parasitan la actividad de quienes sí crean y aportan riqueza al país».