«Siempre que voy a León paso por la Catedral»
Cuando Rafael Llamazares era un crío, lo de la arquitectura no se le había pasado por la imaginación. El dibujo, la pintura, y hasta la escultura, podrían ser las principales actividades extraescolares favoritas. Esta afición artística recorre, de hecho, su vida de manera transversal. Siempre ha estado presente. Y ahora, muchas de las capitales del mundo que ha visitado, más que para conocer su arquitectura o urbanismo, ha sido para estar en sus museos.
Podría decirse que, para el arquitecto Llamazares, León es la Catedral y Carbajosa de la Sobarriba. Este pueblo perteneciente al municipio de Valdefresno es, en la actualidad, su punto de ancla cuando visita tierras leonesas. Allí viven sus padres, aunque antes de jubilarse residían en León.
«Yo estudié en los Maristas. Hice el COU en el Inter y hasta ese momento no me decidí por marcharme a La Coruña a estudiar Arquitectura. Sí recuerdo que desde pequeño me ha gustado el dibujo. Y que, mientras mis amigos se dedicaban a otras actividades, ahí estaba yo de pequeño en clases hasta de escultura. Recuerdo que era una academia que había por el Cid», hace memoria Llamazares.
De aquella pandilla de la adolescencia conserva toda la amistad. Y una constante muy leonesa: ninguno vive en León, pero hasta aquí vienen cuando hacen alguna de sus reuniones anuales. «Cuando quedamos una vez al año siempre tiene que ser en León», explica, además de lamentar que cada vez son menos las visitas a la tierra, salvo las obligadas por las fechas festivas, en este caso al pueblo en el que residen sus padres.
De la vocación de arquitecto, la que surgió con el tiempo, sí daban algunas pistas esas inquietudes artísticas. De hecho, Rafael Llamazares comenta: «Nunca fui ni a karate ni a balonmano-¦», algo que en el caso de un estudiante de Maristas tiene su mérito.
Hoy en día, una visita de Rafael Llamazares por la capital tiene un punto obligado: «Siempre que voy a León, paso por la Catedral. Me encanta el Gótico. También he ido al Musac, que me parece muy bien lo que están haciendo. No sé quién es el director ni nada, pero me parece que están a un nivel muy alto», explica.
El Húmedo o El Cid serán el destino final para tomar un par de tapas. Luego toca el regreso al trabajo. Porque este arquitecto tiene poco tiempo. Incluso en días festivos: «Aunque sea fin de semana, suelo acercarme un rato al estudio, porque siempre hay algo que hacer».