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Publicado por
León

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Arabia Saudí resume y concentra el interés literalmente mundial sobre su porvenir porque es el primer exportador de petróleo del mundo, un baluarte anti-comunista con toda la guerra fría de servicios prestados a sus espaldas, un régimen técnicamente popular en cuanto que acomodado a los arreglos tradicionales y las necesidades impuestas con su creación en los años treinta y la peculiaridad que nadie discute oficialmente: una monarquía familiar hereditaria y, para decirlo rápidamente, singular.

No olvide nunca el lector que, sea el que sea el porvenir que aguarda al reino de los wahabbiíes (por Muhammad ibn-Abdel Wahhab, un reformador rigorista del siglo XVIII), la creación de Arabia Saudí como tal es una hazaña nacida del fracaso del plan neo-colonial de Londres tras la primera guerra mundial para crear cuatro monarquías dóciles. Solo queda una, la jordana, porque en el caso saudí, la familia al-Saud estropeó el programa. El viejo Saud el Grande, cuya familia heredó la legitimidad a través del matrimonio del reformador citado y era la más distinguida durante el siglo XIX, conquistó casi toda la península arábiga. Poco antes de morir se entrevistó con el presidente Roosevelt y decidió que el porvenir estaba en Washington, no en Londres. Y hasta hoy. El petróleo es de los años treinta, pero el boom de los cuarenta, los años de oro de la Aramco. La posibilidad de una revuelta social tipo Túnez es improbable porque la sociedad no es intercambiable y los resortes de la oposición, no orgánica ni estructurada, son limitados. La real oposición al reino ha sido al-Qaeda, cuyo fundador, Bin Laden odia a la dinastía y llama a su liquidación. Pero lo cierto es que la eficaz Seguridad saudí ha derrotado a la red terrorista en su territorio sin duda alguna. El rey Abdalá es, en su universo, un moderado y, sobre todo al principio de su reinado, dio pasos notables hacia la liberalización ahora más o menos detenidos. Hubo, una sola vez, elecciones municipales-¦ y la verdad es que los islamistas tradicionales obtuvieron muy buenos resultados. En Arabia el equilibrio parece mantenerse. Es aparentemente irrealista pensar en súbita revolución.

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