Donde prendió la chispa

Lo sucedido en Túnez ahorra explicaciones, pero no está de más recordar que la relativa pequeñez del país y de su población, la existencia de una cierta clase media y su legendaria estabilidad social -”hija del eficaz control policial, pero también de la prosperidad que conoció largos años-” no permitían predecir lo que sucedió tan abruptamente, iniciado fulminantemente tras el suicidio de un parado poco antes de Navidad. La chispa prendió porque la crisis había hecho muchos estragos sobre todo en el mercado de trabajo que propició la aparición de bolsas de pobreza y marginación que se tenía por desaparecidas. El gusto por la libertad, el relativamente alto nivel educativo de la clase media y la lucidez del ejército hicieron el resto. Ha vuelto con toda naturalidad el líder islamista exiliado, Rachid al-Ghannuchi, quien se unió al coro de alabanzas de la democracia liberal y se registra un rápido asentamiento del gobierno provisional.