Cerrar

Las cautelas del aspirante

Rajoy resta importancia a sus notas y recuerda que llegó a ser el ministro mejor valorado

Publicado por
ANTONIO MONTILLA
León

Creado:

Actualizado:

Previsible, patriota o independiente son algunas de las cualidades con las que más se siente identificado Mariano Rajoy. Ni alharacas ni estridencias ni puestas en escena; la definición que más gusta al líder del PP es la de político moderado y sensato, -œcomo la gran mayoría de los españoles-, suele repetir tanto en actos proselitistas como en conversaciones privadas.

Sin embargo, la imagen del candidato Rajoy sigue sin convencer a los ciudadanos, según todas las encuestas publicadas en los últimos tres años, no sólo las del CIS. Un fenómeno singular, porque mientras el PP atesora una ventaja de diez puntos sobre el PSOE, su jefe de filas no consigue escapar de la zona del suspenso.

Los dirigentes de las plantas nobles del edificio de la calle Génova restan importancia a esta circunstancia. Culpan al «sesgo a la izquierda del CIS de unos sondeos cocinados donde se birlan apoyos a Rajoy. El propio interesado recuerda que llegó a ser el ministro más valorado del último Ejecutivo de José María Aznar. Su nota en abril del 2003, cuando era titular de Interior, llegó 4,41 frente al paupérrimo 3,25 de enero del 2011, y vaticina que todo cambiará cuando llegue a la Moncloa.

Esa mala imagen entre la ciudadanía no fue obstáculo, sin embargo, para encadenar éxito tras éxito en las distintas convocatorias electorales de los últimos años. Victorias en las autonómicas de Galicia y en las europeas, así como un notable aumento de votos en territorios hostiles como País Vasco y Cataluña, han ido afianzado su caudillaje aunque sea en el orden interno y sin reflejo en el externo.

Aunque sus rivales políticos y ciertos sectores de la derecha coinciden en reprochar al líder de la oposición su falta de resolución a la hora de tomar decisiones y su falta de definición en debates ideológicos o morales, el presidente del PP no se inmuta. Los socialistas, además, aderezan el diagnóstico atribuyendo a Rajoy una amplía dosis de indolencia y de ponerse -œde lado- ante los problemas de España para preservar el -œinterés electoral-. Pero tampoco varía el rumbo. Defiende que así se alcanzaron las victorias electorales.

Su guardia pretoriana en la dirección nacional rechaza esas críticas, pero reconocen que los «tiempos de Rajoy» a veces pueden llegar a enervar. Un ejemplo que siempre sale a colación cuando se examina al dirigente popular es el de las acusaciones judiciales por corrupción contra altos cargos del PP. El líder popular siempre ha optado por esperar a dar con la solución acertada, tarde lo que tarde, antes que decantarse por una respuesta rauda y contundente, pero errónea. Una cautela que algunos entienden como tibieza ante la corrupción. De hecho, en la última encuesta del CIS, los ciudadanos perciben que Zapatero es seis puntos y medio más honesto que Rajoy.

Pero ese dato es irrelevante para su electorado a la luz de las experiencias recientes y de lo que dicen las encuestas. En la Comunidad Valenciana o Madrid, donde hay cargos del PP imputados por corrupción, los populares han ganado las elecciones sin contestación, y las previsiones demoscópicas apuntan a que van a seguir con cómodas mayorías absolutas en las próximas citas convocatorias.

En la dirección del partido opositor, por tanto, no quita el sueño la baja puntuación de su líder. Apuntan que lo importante es que el PP ya ha alcanzado la velocidad de crucero con independencia de que la valoración de su presidente deje mucho que desear.

-œSi estamos así de bien con Rajoy mal considerado, nos saldríamos del mapa si estuviera mejor valorado-, suele comentar uno de los miembros del equipo de dirección del partido.