Doña Cuaresma, manceba de los dictadores
En plena Guerra Civil, el Ministerio de la Gobernación -”en un escenario bélico no tenía mejor cosa a la que dedicarse-” dictó una orden el 3 de febrero de 1937 en la que prohibía los carnavales. El 14 de febrero de 1952, el gobernador civil, Juan Victoriano Barquero y Barquero, advertía de la vigencia del precepto, responsabilizando a los alcaldes de su cumplimiento. Con el paso del tiempo, Don Carnal se disfrazó de Fiestas de Invierno, consiguió la autorización del Gobierno Civil y el 1 de marzo de 1973 el alcalde solicitaba una subvención al Ministro de Información y Turismo para unas fiestas presupuestadas en más de 250.000 pesetas, sufragadas por el Ayuntamiento, la hostelería y los vecinos.