Un objetivo que se fue de las manos

Algunas de las que hoy se conocen como especies invasoras fueron introducidas por las propias administraciones, según el Geib. «Se buscaba, en un principio, enriquecer la biodiversidad, pero entonces no se sabía tanto del tema como ahora», explica Ziletti. Es el caso de la gambusia, se introdujo en España hacia 1926 para controlar el paludismo, ya que se come las larvas del mosquito que transmite la enfermedad. Pero además de eso, se ha dedicado a devorar las crías y puestas de otros peces y anfibios.

La primera vez que se habló alto y claro de las especies invasoras y su repercusión fue en 1992, en una cumbre celebrada en Río de Janeiro, aunque en Europa ya se hablaba de ello. Casi dos décadas después hay especies que no se pueden erradicar porque son muy numerosas. Es el caso del mejillón cebra y de algunos peces.

El problema ahora, según el Geib, es que la gente no está concienciada con las repercusiones que esto puede tener y que ya están apareciendo. «Hay un problema enorme de incapacidad en el colectivo científico para transmitir la información al ciudadano de a pie de forma adecuada». Este Grupo Especialista en Invasiones Biológicas sabe que el Ministerio de Medio Ambiente está trabajando para erradicar el problema. De hecho, existe un borrador del catálogo español de especies exóticas que no podrán comprarse, venderse, exportar, importar o tener en propiedad y que el ministerio quiere consensuar con las comunidades autónoma y abrir un proceso de debate público.

Para Ziletti, la resolución de este problema debe basarse en la voluntad política. «Invertir recursos a todos los niveles, también en educar a la gente en este tema. Hay que reconvertir los sectores como la pesca, las granjas, pero los intereses económicos son bestiales. El dinero beneficia a unos pocos, pero los perjuicios son para todos», sentencia.