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CANTO RODADO

El Esla y las mujeres

PACO FERNÁNDEZ, EL QUE «SUMA CONTIGO», HA HECHO SUS PARTICULARES RESTAS INTERNAS: PRIMERO, HUMILDAD RODRÍGUEZ; AHORA MANDA A VALLADOLID A TERESA GUTIÉRREZ

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León

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Cuando en Riaño no había pantano, el río Esla se desbocaba en las épocas de lluvias y se amansaba en el estío. Entonces, el río podía cruzarse, entre Villaornate y Villarrabines, sin la barcaza de maroma que manejaba el señor Máximo. No había atisbos de que un puente, como el que se ejecuta ahora entre Toral de los Guzmanes y Castrofuerte, comunicara las dos márgenes del río a su paso por este tramo del sur de León.

De aquel entonces y de aquellas playitas que se dibujaban en el lecho del Esla, se dejaban ver muchos cantos rodados durante el invierno por sus bravas aguas. Piedras alisadas y redondeadas. De ese recuerdo surgió hace ya algunos años el Canto Rodado, una columna periodística con vocación de reflexión y, por qué no confesarlo, de simbólica pedrada al poder y a la injusticia. Las aguas de la actualidad vuelven a impulsar este Canto Rodado, que también quiere ser un canto llano, pero no canto de sirenas.

Y, dicho ésto, toca esta semana una zambullida en el tan «celebrado» Día Internacional de la Mujer cuyo centenario ha coincidido con el martes de Carnaval. Avatares del calendario. A las mujeres les toca disfrazarse cada día de varios personajes para cumplir su destino. De mamás, hijas, hermanas, cuidadoras y cajeras, maestras, pescaderas, médicas, agricultoras, amas de casa, asistentas, políticas, empresarias y alguna que otra jefa.

La cultura de lo políticamente correcto celebra el 8 de marzo como si fuera el único día en el que las mujeres salen a la luz. El candidato del PP a la Alcaldía de León, Emilio Gutiérrez, repartió claveles. ¿Creerá que no hay mujer que se resista a una flor?

A decir verdad se repartieron muchas flores y buenos deseos aunque la presidenta de la Diputación Isabel Carrasco tuvo que reconocer que «existen obstáculos para la igualdad objetiva» al leer un manifiesto redactado por el área de Bienestar Social y flanqueada por las diputadas y candidatas a alcaldesas, del PSOE, Manoli Ordás (Villaquilambre) y Carmen Mallo quien ya es primera edil de Murias de Paredes.

Por ser 8 de marzo nos enteramos de lo mal paradas que han salido las mujeres con la crisis, con más desempleo que hace tres años, y de que las distancias salariales y en pensiones todavía son una realidad estadística irrefutable. Las organizaciones feministas de León instaron a rebelarse ante la desigualdad, en un momento en que empieza a cuajar el consenso social de que las mujeres lo han conseguido todo e incluso más de la cuenta.

Ha habido una etapa de acción, de avance, y ahora estamos de lleno en una de reacción. La repercusión ya se empieza a notar en ciertos gestos de los que la política es paradigma. En León, en cuatro años de mandato, Paco Fernández, el que «suma contigo», ha hecho sus particulares restas internas: primero fue Humildad Rodríguez, por rebelarse contra el incumplimiento de una promesa electoral al semiprivatizar o semiexternalizar, como se dice eufemísticamente ahora, el servicio de Aguas. Ahora ha apartado a Teresa Gutiérrez de la lista municipal dándole un puesto en la autonómica, tal vez por brillar demasiado. Es una de las concejalas más cercanas a la población, particularmente a las mujeres, y nunca ha sido desleal con alcalde.

También se ha puesto el grito en el cielo ante la posibilidad de que Victorina Alonso, apeada de la lista autonómica, fuera candidata a la Diputación en lugar del señor diputado Joaquín Llamas, como si el puesto fuera de su propiedad. Lo lamentable es que no se plantee por qué mujeres con trayectoria y experiencia sobrada, no sólo Victorina Alonso, sino la misma alcaldesa de Luyego, Marisa Rodríguez, no suenan en los corrillos para hacer política de verdad en el Palacio de los Guzmanes.

En las elecciones municipales del 2007, igual que en las del 2003, sólo el 14,5% de las listas de la provincia de León fueron encabezadas por mujeres. Las alcaldesas brillan en los pueblos, con la excepción de San Andrés, «heredada» por Mª Eugenia Gancedo con la airosa salida de Miguel Martínez a Paradores. De las tres elegidas en las municipales de 1979 ahora son casi 30.

Detentan el 14% de las alcaldías, la cuota más elevada de la historia, frente al 86% con bastón de mando masculino. Y sólo el 15% de los ayuntamientos son paritarios, mientras en un 18% todavía hay una ausencia total de mujeres. Pero escandaliza que haya dos listas exclusivamente femeninas y no causa rubor alguno que haya cuarenta íntegramente masculinas.

No es casualidad que sea en el mundo rural donde las mujeres se han abierto más camino en la «política», si es que gobernar ayuntamientos que en muchos casos tienen menos presupuesto que un hogar de clase media alta, entra en la esfera de la política tal y como la entienden los tan mentados «barones». Porque hay que echarle imaginación y coraje para tomar las riendas de muchos pueblos condenados por los expertos a no tener futuro.

Con aciertos y desaciertos han sido cuatro años de rodaje en la esfera pública para mujeres que nunca habían pisado un salón de plenos. La carrera para los próximos cuatro ya ha empezado y conviene que sean muchas y buenas las que lleguen a la meta. La exigencia de listas paritarias en los municipios de más de 3.000 habitantes lo facilitará, aunque se haya hecho más hincapié en el posible efecto contrario en un municipio como Carracedelo donde el 72% de la corporación son mujeres y el 28% hombres. Y manda Raúl Valcarce. Su lista puede ser paritaria con el mismo número de mujeres que actualmente son concejalas por el PP en este municipio berciano: cinco de once.

Por ser mujeres no son mejores, ni peores. Tampoco los hombres.

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