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Valeriano Campesino

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León

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Nacido en 1906 en Zamora con apenas trece años empezó a trabajar en un almacén de productos químicos. Pero su inquieta mente, a pesar de su escasa formación le llevó a convertirse en representante del ramo farmacéutico y ya en 1935 se traslada a León para establecer su negocio, atraído por las posibilidades que ofrecía la provincia en el campo de las plantas medicinales. Valeriano Campesino fue uno los promotores de la implantación del lúpulo en la provincia gracias a la iniciativa lanzada a los fabricantes de cerveza donde les daba a conocer la posibilidades que tenía León para cultivar una de las materias primas clave para la bebida. La idea se le había ocurrido tras leer un reportaje sobre el contrabando de lúpulo existente en España y los productores de cerveza escucharon sus planteamientos y se generó un crecimiento realmente vertiginoso del cultivo en León, y surgió la Sociedad Española de Fomento del Lúpulo en Villanueva de Carrizo. Pero no fue ésta su única innovación en el campo leonés ya que también promovió las plantas medicinales —incluso editó en 1944 una guía con su propia editorial para los campesinos con textos del profesor universitario Antonio Mantero— y logró implantar la menta piperita, primero en la ribera del Órbigo y después en la del Condado. Este cultivo también tuvo un gran éxito y a mediados de los años setenta se recogían casi un millón de kilos cada campaña. Las personas más mayores aún recuerdan el almacén de plantas medicinales de Valeriano Campesino en el número 1 de la avenida de Palencia, un sector que compaginó con el del lúpulo. Fue delegado de Fomento del Lúpulo y posteriomente director gerente hasta jubilación en 1973. La enfermedad pudo con él en noviembre de 1975 aunque tuvo ocasión de recibir un cálido homenaje en 1968 el que fue conocido como el «señor del lúpulo» o el señor de «siempre adelante» como lo llamaban amigos personales suyos como Lamparilla o Victoriano Cremer, al ser investido como Comendador de la Orden Civil del Mérito Agrícola.

En su biografía destacan junto a su labor centrada en el campo, su faceta como promotor de ideas para mejorar la provincia y la ciudad de León, y otra no tan conocida, centrada en el diseño de inventos para cafeteras o teteras, que le permitieron obtener incluso premios en salones internacionales, cuyos diplomas conserva su hijo José Manuel.