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Un vendedor callejero expone sus «souvenirs» relacionados con la boda del príncipe Guill

Un vendedor callejero expone sus «souvenirs» relacionados con la boda del príncipe Guill

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León

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A falta de un mes para la boda del príncipe Guillermo con Kate Middleton -”la fecha señalada del 29 abril-” el enalce no desata todavía la fiebre esperada, por lo menos en Gran Bretaña. «Aquí, por el momento, es probablemente donde hay menos entusiasmo. Aunque parezca extraño, en Estados Unidos es una locura», explica Robert Jobson, especialista en realeza. «Salgo en televisión para la cadena norteamericana NBC probablemente tres veces por semana», agrega el autor del libro William and Kate: The Love Story (Guillermo y Kate: la historia de amor).

Un sondeo parece confirmarlo. Según la encuesta, realizada por la firma ICM para el grupo antimonárquico Republic, casi cuatro de cada cinco británicos (79%) dice ser «ampliamente indiferente» o que «no le importa nada» lo que algunos presentan como la «boda del siglo».

Pero Jobson cree que situación cambiará en cuanto el palacio, que según él tiene perfectamente orquestada su campaña, acelere a partir de abril sus anuncios, y el segundo en la línea de sucesión al trono británico y su prometida multipliquen sus apariciones en público.

Desde que la pareja anunció su compromiso en noviembre, tras ocho años de relación iniciada en las aulas de la Universidad de Saint Andrews, el palacio de Buckingham ha ofrecido información con cuentagotas sobre la boda más importante en el Reino Unido desde la de los padres del novio, el príncipe Carlos y la fallecida princesa Diana, en 1981. La oficina de turismo de Londres, Visit London, prevé que al menos 600.000 personas adicionales visitarán la capital con motivo del enlace, pero una búsqueda en Internet muestra que aún hay hoteles disponibles en esos días.

Guillermo, de 28 años, y Kate, de 29, se casarán el viernes 29 de abril, decretado festivo por el gobierno, en la abadía de Westminster, donde rompiendo con la tradición la novia no llegará en carroza, sino en un Rolls Royce.

El gran secreto

Será entonces, al recorrer el pasillo que lleva al altar del brazo de su padre, cuando una audiencia televisiva estimada en al menos 1.000 millones de personas en todo el mundo podrá descubrir finalmente el traje de novia, preservado como un secreto de Estado Escoltados por sus padrinos y hermanos respectivos, el príncipe Enrique y Pippa Middleton, Guillermo y Kate se darán el sí ante unos 1.900 invitados, incluidos representantes de la realeza mundial, el primer ministro británico David Cameron y, posiblemente, famosos como David y Victoria Beckham. Aunque el palacio no ha comunicado oficialmente la lista, sí ha indicado que más de un millar serán familiares y amigos de los novios

Dos coros, una orquesta de cámara y dos fanfarrias se encargarán de amenizar la ceremonia, presidida por el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams.

Convertidos ya en marido y mujer, Guillermo y Catherine -”como prefiere llamarla la Casa Real-” regresarán en carroza al palacio de Buckingham por las calles del centro de la capital. A continuación, la reina Isabel II ofrecerá un almuerzo para 600 invitados, que estará seguido por la noche de una cena con baile para los 300 más cercanos a la pareja.

Dada la situación económica en el Reino Unido, donde la ciudadanía empieza a sentir los efectos del drástico plan de ajuste, las dos familias compartirán todos los gastos del enlace, mientras que el Estado se hará cargo de la seguridad. Sin embargo, varios sectores, en particular el turístico, esperan beneficiarse de un aumento del consumo. Según una estimación de la consultora Verdict, la boda debería aportar 620 millones de libras a la economía británica (995 millones de dólares, 705 millones de euros), al menos 30 millones de los cuales procedentes de la venta de «souvenirs».

Los pubs estarán autorizados a cerrar más tarde, y en numerosos barrios se han pedido permisos especiales para organizar fiestas callejeras. Por ello, Jobson está convencido de que al final será un gran éxito. «En Gran Bretaña siempre nos gusta no entusiasmarnos demasiado y tratar de aparentar que no nos lo estamos pasando bien, pero cuando ocurra realmente todo estará atestado y la gente estará borracha y divirtiéndose», concluye.

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