Diario de León

La forma perfecta de conocer Pajares

La maqueta más antigua de León

Nunca ha podido verse en León, aunque forme parte de su historia. El museo del ferrocarril de Madrid ha recuperado algo más de una maqueta de madera y papel para conocer una obra que aún hoy es faraónica.

Para restaurar la maqueta ha sido necesario un laborioso trabajo de conservación del papel original

Para restaurar la maqueta ha sido necesario un laborioso trabajo de conservación del papel original

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Cualquier proyecto que se presenta hoy incluye una infografía, como si fuera una foto tomada ya al día siguiente de acabar las obras.

Hace un siglo, las cosas eran muy diferentes. Ni los medios técnicos eran los mismos, ni los costes podían aguantar semejante gasto.

Entonces, había que imaginar el final, salvo en casos excepcionales, proyectos no ya costosísimos sino con un rango casi de faraónicos.

Así habría que calificar una actuación emblemática de la ingeniería en España como fue el paso ferroviario por el puerto de Pajares, entre Asturias y León, la primera obra que contó con una maqueta, que también tiene una historia para contar, de olvido y recuperación como tantos cosas con sello leonés.

La maqueta fue realizada en los años 20 del siglo pasado con motivo de la electrificación de este tramo de vía entre ambos lados de la Cordillera Cantábrica y refleja por sí misma, sin tener que esperar a infografías, la complejidad de un trazado ferroviario mítico, salpicado por túneles, pontones y viaductos para salvar la extrema orografía montañosa.

Durante varios décadas, la maqueta permaneció en el despacho de Félix Boix, director de la Compañía del Norte, una de aquellas empresas que gestionaron el ferrocarril antes de que surgiera Renfe, después de la guerra civil. El paso ferroviario por el puerto de Pajares se inauguró en 1884 pero no fue hasta 1925 cuando se pudo electrificar. Precisamente, las primeras señales luminosas de España se colocaron en esta zona fronteriza entre asturianos y leoneses.

A la maqueta se le perdió la pista durante muchos años. No fue hasta 1967 cuando se pudo ver por primera vez en el antiguo Museo del Ferrocarril de Madrid, situado en la calle San Cosme y San Damián. De allí, en 1984, fue trasladada como una joya más de la historia del tren a la nueva sede de la estación de las Delicias, también en la capital de España.

El deterioro sufrido durante con tantos años y tantos traslados hizo necesario un viaje más, esta vez a la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Comunidad de Madrid, que desde el año 2002 colabora con el Departamento de Conservación del Museo en la restauración de piezas del mismo, tanto en la especialidad de documento gráfico como en la de material inorgánico.

Su restauración no ha sido tarea fácil. Los alumnos de la escuela tuvieron que realizar sobre la misma labores de limpieza y consolidación de la estructura de madera y de eliminación de repintes no originales sobre toda la superficie. «En cuanto al papel que contiene la leyenda -explica un portavoz del museo- fue retirado para ser reforzado, lavado y laminado, realizándose también la reintegración cromática del mismo con lápices acuarelables. Todo ello ha facilitado la legibilidad de la información contenida en la misma».

Pajares representó muchísimo, más para Asturias que para León, porque supuso romper una barrera de aislamiento como era y es, en cierta medida a la espera de la nueva variante, la Cordillera Cantábrica. La maqueta lo dice todo.

La colección del Museo del Ferrocarril de Madrid está compuesta de materiales muy diversos. Trenes y documentos, sobre todo, de ahí la necesidad de actuar con criterios de conservación como si de un retablo o una antigua pintura se tratara. «Tenemos que restaurar piezas de metal, fundamentalmente hierro, bronce, latón, cobre, chapa, aluminio, zinc y calamina... y maderas, tanto nobles como ordinarias, tejido, papel y vidrio... Cada uno de estos materiales requiere condiciones específicas de conservación que el Museo estudia procurando que el deterioro producido por el paso del tiempo, la manipulación, la exhibición o la contaminación incidan lo menos posible en la pieza, para lo que se llevan a cabo medidas de conservación preventiva en colecciones y materiales», explica el mismo portavoz.

Las piezas son restauradas por los alumnos de la Escuela bajo la supervisión de los profesores especializados en cada área. Fruto de esta colaboración, se han restaurado ya diversas acciones y obligaciones de antiguas compañías ferroviarias, un cartel de «Reales Órdenes», y la maqueta de Pajares.

Las restauraciones de grandes piezas, especialmente las locomotoras y coches, son realizadas por los propios restauradores del Museo. En el caso de las locomotoras de vapor operativas existe un acuerdo con la Asociación para la Reconstrucción de Material Ferroviario de Lérida, especialistas en la reparación de este tipo de vehículos. Como joyas ya restauradas, en este espacio madrileño se pueden ver la locomotora 242-F-2009, conocida como Confederación, y la 1615 «Marilyn».

La maqueta de Pajares, que nunca se ha podido ver en León, puede servir para decidir el futuro de una línea que, además de quedar para el paso de mercancías, tiene un gran horizonte turístico, si alguien explica que fue la mayor obra de ingeniería del siglo XX en España.

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