Diario de León

maría del palacio

«Al elegir una joya, lo más importante no es el dinero»

María y Santiago Del Palacio posan frente a un espejo juntos en un rincón de la tienda.

María y Santiago Del Palacio posan frente a un espejo juntos en un rincón de la tienda.

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León

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Ella pasa de las modas. Más que nada porque la joyería no entiende de tendencias. «No queremos estar de moda porque cuando una joya está de moda, se vulgariza».

María del Palacio, hermana de Santiago, lleva también en la sangre la creatividad y el diseño, pero ella se ha decantado por las piedras preciosas para darle rienda suelta a su imaginación.

Desde el mismo lugar que su hermano, Balta, trata de conectar con los clientes que buscan algo exclusivo, sólo para ellos.

Una vez al año viaja a Amberes en busca de las mejores piedras preciosas que compra al mismo judío al que recurrían sus padres cuando iniciaron el negocio hace 50 años.

Asegura que no se ve a sí misma dedicándose a otra cosa y que su vocación se la inculcó su padre, aunque no sabe en qué momento decidió dedicarse a este mundo que la hipnotizó desde pequeña. «Ha sido algo constante. Mi padre ya creaba joyas y, poco a poco, hizo que yo me enamorase de ellas», cuenta.

El trato con sus clientes es muy cercano. «En el mundo de la joyería es vital la confianza entre el comprador y el vendedor. Tus clientes acaban siendo parte de ti», señala. Y es que muchos de los clientes de este negocio familiar forman ya parte de la tercera generación de compradores, de aquellos cuyos abuelos ya adquirían sus joyas a los padres de María.

Las colecciones de las que se encarga están marcadas por líneas muy clásicas. «Creemos que el concepto de diamante tiene que ir ligado a una puesta en escena clásica», justifica.

También aquí, lo que prima es lo exclusivo. «Buscamos que alguien entre en Balta y se enamore. A partir de ahí, unimos la personalidad del cliente y el alma de Balta para crear la pieza de tus sueños».

Fue aquí, en León, donde vendieron la perla más grande que una de las firmas de referencia, Kalis, sacó al mercado en su cosecha del año pasado. 23 milímetros hicieron de ella una pieza única que adquirió una de las clientas habituales de Balta.

Una de las piedras más admiradas y cotizadas es el diamante. El más pequeño, de 0,25 kilates, puede comprarse a partir de 500 euros, pero María del Palacio asegura que no es cuestión de dinero lo que importa, sino de «conexiones de carácter» entre el cliente y Balta. De hecho, a ella acude gente que quiere -algo especial-, pero con un presupuesto limitado.

María Del Palacio estudió Interiorismo en Barcelona y luego se formó en el mundo del diamante en Amberes «aunque mi verdadero maestro es mi padre, a quien le pregunto todo y quien me ha contado los secretos de esta profesión».

A sus 39 años, lleva 19 años en León, en el negocio familiar y asegura que les gustaría expandirse pero, eso sí, vinculados siempre a su tierra. «La gente de León siempre nos ha tratado muy bien».

Hasta aquí llegan clientes de Madrid, Oviedo y de otras partes del España que buscan una pieza con el sello de Balta.

Apunta a los diamantes como una buena inversión y destaca que hay una nueva generación a partir de los 30 años interesada por la joyería, «gente estupenda y buenos pagadores en quienes confiamos plenamente». «Sin ellos -matiza- y sin la gente que trabaja con nosotros, Balta no sería nada».

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