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manolo gloria

Una bici que valió un buey

Buscó oro en omaña. Llevó carbón de León a La Coruña. Y tiene una bici que perteneció al mismísimo Vinokurov. A ver quién puede decir lo mismo

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León

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El pastorón vos dio pa'l pelo». Así respondió Manolo Gloria en La Bañeza a dos que se habían reído de la pinta con la que apareció montado en su bicicleta, en una de las carreras que se celebraban en la ciudad riberana. Claro, venía de ayudar a su hermano a arar la remolacha, cómo iba a ir. Y luego ganó. Bueno, no ganó, porque Manolo es tan buen paisano que dejó pasar primero a uno de allí.

A Manolo Gloria lo conocen los aficionados al ciclismo, a las motos, a los toros, al fútbol-¦ a casi todos los deportes. Lo conocen quienes se dedican al asunto del transporte de mercancías, hormigones y áridos. Lo conocen y lo aprecian en su pueblo, Benavides de Órbigo, desde donde sigue saliendo con la bicicleta a hacer-¦ «ahora, sólo 40 kilómetros diarios».

Poco lo considera este fanático del sillín, hoy con 75 años, a quien de niño su madre encerraba en casa para que no saliera a correr las carreras de Benavides. «Una vez anudé las sábadas, descolgué la bicicleta por la ventana y luego me tiré yo». Así es. Manolo no sólo corría las de su pueblo, sino las de toda la contorna: iba en bici, competía, y volvía de nuevo montado en ella, casi sin parar de darle a los pedales. En una carrera desde su pueblo a Bembibre se metió sin estar apuntado y el mismo Senén Blanco le dijo: «¿Pero tú de dónde sales, chaval?». Le dejaron, y bien que hicieron, porque ayudó al pelotón a ir tirando. Recuerda su primera bicicleta seria, una Candela de 1.700 pesetas. Para comprarla su madre tuvo que vender un buey y luego le escribió una carta (que más tarde rompería) para avisarle de que se lo iba a descontar de la herencia. Con ella hizo centenares de kilómetros por carreteras de gravilla, con un pantalón corto que le cosió un amigo sastre a base de retales, y comiéndose los plátanos con cáscara. Después, una traída desde Italia, de 7.000 pesetas, y muchas, muchas más, algunas de la cuales atesora en esa casa que es como un museo del deporte entre fotografías, trofeos, diplomas y hasta una enorme cabeza de toro que mira desafiante al lado de la imagen de Honorino, tío de su mujer, Pilar, entregando al Cordobés (padre) una trucha de cuatro kilos en León.

Partiendo de los 20 duros que les dio un tío suyo en la boda, Gloria ha llegado a disponer de una cincuentena de camiones y máquinas y el muy consolidado nombre de Gravera Las Omañas. En medio, mucho trabajo a puro músculo y «formalidad». Su primer camión fue «un Pegasín que traje de un desguace de Madrid». Y luego, interminables jornadas llevando carbón de Ponferrada a Coruña o sacando madera de Navia para Lugo. Todo a base de ahorro, labor «y decir la verdad». Siempre dándole al pedal. Sin parar.