mujeres poderosas
los medios de comunicación se hacen eco de la pérdida de liderazgo de la canciller ante el cambio radical sobre las energías nucleares tras el desastre de fukushima
Angela Merkel ocupa el número 8 en la lista de las personas más influyentes del mundo, que cada año publica la revista Time y cuya última selección se conoció hace una semana. La canciller alemana también sigue gozando del raro privilegio de ser considerada la mujer con más poder en Europa. Según la ministra de Economia de Francia, Christine Lagarde, autora del breve panegírico que incluye el semanario estadounidense, Alemania ha vuelto a ser, gracias el liderazgo de Merkel, una nación digna de «emular».
Es más. Tan solo un mes antes de que Time publicara su famosa lista, que incluye los nombres de los 100 personajes más influyentes del planeta, Merkel había sido aclamada en Berlín, en los pasillos comunitarios y en el mundo de las finanzas europeas como la «canciller de Europa», una mujer con un poder casi desmesurado, determinada a imponer orden en las finanzas de los países de la eurozona.
Pero las leyes de la naturaleza que rigen la vida de los personajes públicos son tan imprevisibles que pueden hacer cambiar de opinión a un político en menos de 24 horas y determinar, para bien o para mal, su futuro. Ha sido el caso de la mujer más poderosa de Europa. El 11 de marzo fue una jornada extraordinaria para el mundo y para la canciller Merkel. Ese día, una vasta región de Japón fue devastada por un seísmo de 9,0 grados en la escala de Richter y un tsunami acabó con la vida de miles de personas, causó destrozos en decenas de ciudades y pueblos y provocó la más reciente tragedia nuclear. Pero también fue el día en que Angela Merkel se levantó como apasionada defensora de la energía nuclear y se acostó como la principal abanderada del movimiento ecologista de su país, una metamorfosis radical que dañó su credibilidad como política y provocó también una extraordinaria parálisis en el Gobierno, que ha hecho creer a más de un comentarista que la canciller carece de una brújula eficaz para recuperar el rumbo y la autoridad perdida en aquel día aciago para el mundo y para ella.
Embrujada por el resultado de una encuesta de la primera cadena de televisión pública (ARD), que señalaba que dos tercios de los alemanes eran partidarios del apagón nuclear después de la tragedia de Fukushima, y marcada por la proximidad de las elecciones regionales en Baden-Württemberg y Renania Palatinado, Merkel ordenó, después de asegurar que las plantas atómicas del país eran seguras, una moratoria nuclear y, pocas horas después, el cierre temporal de siete plantas atómicas. A partir de aquel momento, la autoridad y credibilidad de Merkel quedaron hechas trizas. Más del 80% de los alemanes admitieron que el giro de Merkel en su política energética «no era creíble» y que obedecía a un interesado oportunismo electoral para evitar una derrota en los dos Estados federados.
Peor aún, la moratoria y la posibilidad de cerrar siete plantas nucleares convirtieron al lobby nuclear del país en un enemigo declarado del Ejecutivo. El dramático giro en la política energética del Gobierno le costó a Merkel credibilidad y autoridad en su propio país, pero en lugar de recapacitar y buscar una salida digna, la canciller abrió un nuevo frente, esta vez militar, que arruinó su imagen de estadista.
Abstención en Libia
La decisión de Alemania de abstenerse de votar a favor de imponer una zona de exclusión aérea en Libia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aisló internacionalmente a su país y dejó al desnudo una virtud hasta ahora desconocida de la canciller: un raro talento para lo impredecible. «Es una mujer que no tiene fundamento y, desde un punto de vista intelectual, una decepción», dijo el comentarista político de la revista Der Spiegel , Dirk Kurbjuweit. «Merkel carece de la comprensión cultural para temas políticos importantes y sus respectivos principios», señaló Roman Platter, del periódico Handelsblatt .
Es cierto. La prensa germana no ha sido particularmente bondadosa con la canciller en las últimas semanas y, cada vez que puede, se hace eco de las declaraciones de la elite, que critica sin piedad la gestión de Merkel, a quien también achacan una peligrosa falta de autoridad y visión. «Desgraciadamente, la coalición ha transmitido en las últimas semanas una enorme porción de falta de orientación», admitió el presidente de la Cámara de Industria y Comercio alemana (DIHK), Hans Heinrich Driftmann, desde las páginas del Frankfurter Allgemeine Zeitung . «El Gobierno debe presentar un concepto de energía realista», sugirió Hans Peter Keitel, jefe de la poderosa Confederación de Industrias, al denunciar que un apagón nuclear como el que defiende Merkel podría elevar el precio de la energía en un 222%, un escenario de pesadilla para la industria germana.