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León

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La muralla de León está viva por todos los rincones del Viejo León. Sus muros forman parte de colegios como las Carmelitas o el instituto Legio II, de hospitales como Nuestra Señora de Regla, o de despachos como el del obispo de León, Julián López. O en La Lola, donde los Quijanos conservan un pequeño apartado para sus mejores amigos entre sus piedras.

No sólo se derribó; también se integró como una parte más en el museo catedralicio, o sirvió de testigo de la muerte de uno de esos personajes irrepetibles de León como Genarín.

Y es que la muralla ha servido para todo. También es verdad que lo que más está frenando su puesta en valor ahora es lo lento que se está haciendo todo el proceso para poner fin a sus casas adosadas, que se pueden ver en la carretera de los Cubos o en la cuesta que baja hacia Caño Badillo. Pese a anunciarse en repetidos mandatos, ningún equipo de gobierno ha tenido un plan para liberar los viejos cubos. Sólo en este último se ha hecho algo, derribando una casa adosada en la carretera de los Cubos.

Otros puntos de la muralla como la Era del Moro siguen cerrados a la espera de un acuerdo con los propietarios de la zona para hacer un paseo. Al menos, hoy el debate es poner en valor la muralla, no tirar sus muros como fue durante muchos años. Las últimas actuaciones, además, están ofreciendo grandes sorpresas. En la zona de la carretera de los Cubos se han encontrado últimamente 25 lápidas que podrían datar del siglo II. Algunas con policromías originales.

La muralla de León, pese a ser el monumento más antiguo de la ciudad y uno de los pocos testigos de la época romana, no recibe los mismos niveles de ayudas que otros emblemas de la ciudad, como la Catedral o San Isidoro.

Ahora, un pequeño tramo en Ruiz de Salazar será visitable, una experiencia que poco a poco se debería extender por otras zonas.