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CANTO RODADO

Números poselectorales

EL PRECIO DE UN ASIENTO DE CONCEJAL EN LEÓN VA DE LOS 1.995 VOTOS PARA EL PP A LOS 2.307 PARA UPL. Iu QUEDA FUERA CON 2.793 PAPELETAS GRACIAS AL SR. d-™hONT

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León

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Las urnas las carga el diablo, dijo un célebre político del cuyo nombre me he olvidado. Y así fue. Ni empate técnico en León, nunca el Partido Popular había conseguido quince concejales, ni discreta rentrée de Ismael Álvarez en Ponferrada. Tiene cinco concejales y es llave. El exalcalde apartado de la política por una condena de acoso sexual está que se sale.

La ley D-™Hont y el voto en blanco se aliaron con los partidos mayoritarios para abaratar el precio en votos de sus concejalías. Cada escaño del PP en el consistorio de la capital sale a 1.995 votos, los diez del PSOE a 2.079 sufragios. Para la Unión del Pueblo Leonés el precio del asiento de concejal alcanzó en la lonja del domingo los 2.307 votos. Izquierda Unida quedó fuera de la Corporación Municipal con 2.793 papeletas. Es el producto de los algoritmos correctores del señor D-™Hont.

Emilio Gutiérrez tiene el respaldo del 44,61 por ciento de votantes en una jornada en la que ejerció su derecho el 64,58% del electorado. Mario Amilivia precisó de 35.712 votos en 1995 para catorce concejales. Le apoyaron un 45,77% de votantes (el 67,51%). El PSOE, con 17.130 votos en 1995, tenía un respaldo del 21,95% de votantes y ahora con 20.792 su apoyo electoral alcanza el 30,99%.

Así son las cuentas. La maquinaria del voto está diseñada para ganar o perder, no para representar de verdad a la sociedad en las instituciones. La democracia representativa se aleja cada vez más de la realidad usándola a su antojo. Pero una parte importante de la sociedad se queda al margen. Cuando molesta se la tilda de antisistema. Caminamos, como en todo, al modelo americano. Un modelo de consumo, que hurta la participación política. El autismo político frente al 15-M es la evidencia. Sólo hablan para mandar dar palos. La consciencia es desalojada por el fútbol. Prefieren el borreguismo.

Como dice Emilio Gutiérrez, los resultados se pueden interpretar de muchas maneras pero son lo que son. Ciertamente, los números tendrá que hacerlos una vez que tome el bastón de mando de la ciudad. Esperemos que le cuadren las cuentas de sus promesas con las arcas municipales. Y que Isabel Carrasco esté de acuerdo. La presidenta de la Diputación consideró temerario que sus candidatos quisieran bajar o incluso eliminar el IBI: «Pero, ¿de qué van a vivir los ayuntamientos?», exclamó durante el viaje de vuelta de Astorga a León una jornada de campaña. Fui testigo.

Al futuro alcalde, a quien hay que alabar la serenidad con que ha afrontado el holgado triunfo, le ha venido muy bien ser un desconocido pese a su larga trayectoria en la política, desde alcalde de Cistierna a vicepresidente de la Diputación, director provincial de Educación y director general de la Junta. Lograr llegar inmaculado con tanta trayectoria es todo un éxito. En su favor juega el acercamiento que ha demostrado a la ciudadanía en la campaña y avales como el de Concha Casado: «Gracias a Emilio se hizo el Alfar-Museo. Yo puse el empeño y la idea, pero él fue quien consiguió el dinero», confesaba desde su activo retiro en Las Carbajalas. Es la primera vez que se lo oigo. La cara B de Gutiérrez está escrita en ese panfleto impúdico -”La Verdad de León-” que el PP nos metió en buzón.

Javier Chamorro también ha hecho sus números y no le sale a cuenta repetir como candidato. Habría que ver si le dejaban en la UPL. Culpar ahora al pacto con el PSOE es un argumento fácil y simple. La UPL está en declive porque tanto pacta, pacta tanto con el PSOE como con el PP. Se ha hecho increíble.

Para numeritos, el del alcalde virtual que nos ha salido tras el 22-M. La desaparición del regidor de la ciudad, su escaqueo ante la derrota y los escarceos en el Twitter producen sonrojo. Definitivamente se retrata como un niño mimado por Zapatero que no ha cultivado su propio huerto político. Las formas importan. Paco, no te reconozco.