Diario de León

cruzada contra el olvido1397124194

una campaña trata de recuperar documentos personales, diarios, fotos, artefactos y trabajos artísticos de los últimos supervivientes de la barbarie nazi

Otto Hershtick, en el centro con gafas, junto a su madre y sus hermanas en los tiempos felices.

Otto Hershtick, en el centro con gafas, junto a su madre y sus hermanas en los tiempos felices.

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El Museo del Holocausto de Jerusalén ha lanzado una campaña para recuperar los enseres de los últimos supervivientes de la barbarie nazi. Bajo el nombre de Recogiendo los fragmentos la institución, también conocida como Yad Vashem, pretende recolectar documentos personales, diarios, fotos, artefactos y trabajos artísticos del período del Holocausto (1939-1945).

Se trata de recuperar no sólo los objetos relacionados con la «Shoá» (Holocausto en hebreo), sino las historias que yacen detrás de cada uno de ellos y que, de momento, sólo conocen los supervivientes o sus familiares. «Buscamos todo tipo de objeto que puedan tener los supervivientes en sus casas y simbolicen algo importante que sucedió en sus vidas», dijo Estee Yaari, portavoz del Yad Vashem.

Con ocasión del día de recuerdo a los seis millones de judíos muertos en el genocidio, que se celebró recientemente, el Museo del Holocausto estableció un punto de recogida de esos artículos en sus instalaciones.

Sus responsables subrayan la urgencia de lograr obtener estos vestigios únicos que pueden arrojar luz sobre uno de los períodos más oscuros de la historia de la humanidad. «Hay personas que tienen objetos en casa y no son conscientes de su valor. Es importante conservar la historia mientras aún podamos acceder a la información pues conforme pasa el tiempo cada vez será más difícil», subraya la portavoz.

La campaña es una verdadera «operación de rescate», una carrera contrarreloj en un país donde actualmente residen poco más de 200.000 supervivientes y se calcula que el número de testigos de la masacre será de 156.100 en el 2014, y 47.000 en el 2025.

El director del Museo, Avner Shalev, sostiene que las «historias personales a través de esos objetos añaden una dimensión crucial a la conmemoración y educación sobre el Holocausto».

En el marco de esta cruzada contra el olvido, representantes del Yad Vashem se desplazarán a distintas ciudades del país para establecer otros lugares de recolecta de objetos, que se sumarán a los 140 millones de páginas de documentación y miles de artefactos relacionados con el Holocausto con los que cuenta la institución.

Uno de ellos es una carta que entregó recientemente Otto Hershtick, de 90 años y oriundo de Sighet, una pequeña localidad de Transilvania (Rumanía) donde vivían 10.000 judíos, un 90 por ciento de los cuales murieron en la «Shoá».

En la misiva, a la que accedió una vez terminada la contienda, su padre, madre y sus dos hermanas le dejan escritas sus últimas palabras antes de verse obligados por los nazis a abandonar el hogar y convencidos de que su destino era la muerte en los campos de concentración.

El escrito muestra que el cabeza de familia, Meshulam, no pudo contener la emoción y pidió a su hija Rajel que escribiera en su lugar, que lo hace en húngaro y reflejando una gran angustia y desesperación ante el futuro incierto.

Finalmente, la familia entera participa con su puño y letra, incluido el padre que deja sus lágrimas sobre los trazos de la caligrafía hebrea que emplea para escribir en Yidish, el idioma de los judíos centroeuropeos. Todos los firmantes fueron enviados a Auschwitz, donde falleció el progenitor, y otros campos de concentración.

Otto había logrado escapar de las garras nazis al huir de un campo de trabajos forzados al que los judíos en edad de servicio militar eran enviados, e incorporarse como partisano a una patrulla del Ejército Rojo.

Tras concluir la guerra regresó a su aldea natal, donde para su sorpresa encontró a su madre y hermanas, así como a la sirvienta rumana que custodiaba celosamente la carta.

«Quise entregarla al Yad Vashem porque tengo la sensación de que la memoria del Holocausto se está perdiendo. Se escribieron muchas cartas, pero la mayoría de las personas nunca las leyó porque no retornaron a sus casas», explica este superviviente.

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