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Naturaleza urbana

Biodiversidad en la ciudad

El Coto escolar abrió sus puertas en 1984 y desde entonces han sido miles los escolares que han pasado por sus aulas de la naturaleza, en las que han aprendido muchas cosas del medio ambiente

Imagen de la plaza principal rodeada de las casetas que forman el campamento.

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León

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La Tierra pide a gritos que la cuidemos. Algunos la hacen caso y otros no. Será por educación, por ausencia de ella, por la escasa concienciación o por la sociedad que nos rodea. Cada uno hace lo que puede, otros nada. En León no necesitamos salir de la ciudad para conocer la naturaleza. Siempre se dice que son las nuevas generaciones quienes pueden salvar el planeta. Y entre otras, ésa es la labor del Coto Escolar.

Fue en la primavera de 1984, el 14 de mayo, cuando los escolares leoneses disfrutaron por primera vez de toda la naturaleza en la ciudad. El Coto Escolar abría sus puertas al conocimiento del medio ambiente, a la sensibilización y el cambio de actitud ante los problemas ambientales.

«Empezaron a construir la obra cultural y educativa más bonita, bella y trascendental que iba a tener León en las últimas décadas». Así lo relata Mario García Blanco, primer director e impulsor de la institución, en su escrito sobre la historia de la institución. Y no se equivoca porque al igual que el paso por el colegio, ningún niño olvidará su paso por el Coto.

Desde entonces y hasta ahora son miles y miles los niños que, ansiosos de compartir momentos didácticos y lúdicos, visitan sus instalaciones. Recibe una media anual de 11.000 escolares. Pero no sólo las visitan, sino que por momentos forman parte de ellas. Por que en el Coto es todo diferente.

Las aulas no tienen pupitres ni encerado, las aulas son la huerta, los talleres y la caseta donde duermen. La escuela de la que hablamos ocupa 10 hectáreas y su enclave forma el conjunto del cruce entre el río Torío y Bernesga. Forma parte de la ciudad, no sólo por los servicios que presta, sino porque cada niño leonés que pasa por allí se lleva un recuerdo que permanecerá con él toda la vida.

Compromiso

Por un lado, la escuela lleva a cabo una labor escolar -"el tiempo dedicado a los colegios-" y por otro, un trabajo como campamento. El programa escolar se desarrolla durante seis visitas al coto por parte del colegio durante el curso. Esas visitas están destinadas a varias unidades didácticas, todas ellas sobre el medio ambiente, fundamentalmente. Tras las clases teóricas llega el turno de las prácticas.

Este momento «depende de la estación o la época del año», asegura Raquel Martínez, directora del centro, «a unos les tocará trabajar con los semilleros, a otros, plantar, regar y a los últimos recoger la cosecha», añade. Además, se pondrán en práctica las unidades didácticas aprendidas, como por ejemplo saber como funcionan las energías renovables.

Con la llegada del verano y el fin de las clases comienza el campamento. Éste es el otro sistema que tiene el Coto para acercar a los más pequeños al mundo de la naturaleza.

Las actividades lúdicas colapsan las jornadas. Pero no son unas actividades cualquiera sino que además los niños se adentran en un mundo desconocido, el mundo de los otros seres vivos.

Las plantas y los animales se convierten en sus compañeros de viaje. Los cuidan, los cultivan y disfrutan con ellos. La equitación, la jardinería, la apicultura, así hasta llegar incluso al conocimiento de las plantas medicinales.

El Coto Escolar les pone a sus pies el infinito universo de la naturaleza. El compromiso con el medio ambiente es sin duda su hoja de ruta en el día a día y sus temas centrales, la biodiversidad, el cambio climático, el reciclado, las energías renovables...

Su trabajo es reconocido por los colegios, los niños, las administraciones e incluso fuera de nuestras fronteras. En Gotemburgo, Suecia, se estudió su modelo ante cien ciudades educadoras, valorando su experiencia como escuela abierta y participativa. Tal es su labor social y educativa que cuenta con su propia consejería dentro del Ayuntamiento de León.

Un gran recinto natural

Sus amplias instalaciones se convierten en un atractivo para que toda la sociedad se beneficie de ellas, no sólo los escolares. Son muchas las asociaciones que utilizan la escuela para celebrar sus jornadas festivas. La sensación de encontrarse alejado a miles de kilómetros de la ciudad atrae a los visitantes.

Ahora han ampliado su oferta y es que gracias al premio concedido al Ayuntamiento por parte de la Federación Española de Municipios y Provincias (Femp), la escuela ha creado un banco de semillas. Una actividad que se suma a las más antiguas.

Otra de las novedades para la historia de la institución municipal es la creación de un itinerario medioambiental. Esta actividad da la oportunidad de conocer las especies in situ .

Los valores que los niños aprenden van más allá del respeto por la naturaleza, la destreza y la responsabilidad. Desarrollan sus facultades manuales y afectivas gracias a los múltiples talleres.

Aprender a montar una tienda de campaña, reciclar papel, conocer las plantas medicinales, adentrarse en el mundo del teatro, son algunos de los talleres en los que los niños participan durante su estancia, guiados por sus monitores. Éstas son algunas de las ofertas que no deberían faltar en la formación de ningún niño. Además -"asegura Raquel-" están a la espera de que próximamente se pueda disfrutar en todo el recinto de conexión Wifi.

¿Y qué niño que haya pasado por el Coto no recuerda a Ponderoso? Junto con su compañera Luna, son las estrellas del pequeño zoo de la escuela. Ciervos, gamos, gallinas, un faisán, emúes, ponis y abejas, son el resto de habitantes.

Cómo no, estos son también compañeros de los escolares que quieren aprender de ellos.

Con ellos conocerán de cerca los entresijos de la ganadería y podrán observarlos y cuidarlos, de tal manera que se cree un vínculo entre ellos. Fundamental para que los más pequeños desarrollen la afectividad y comprendan por qué hay que cuidar de ellos y evitar la extinción de las especies más vulnerables.

Acercarse a las estrellas en el Coto también es posible. Ahora el recinto cuenta entre sus instalaciones con un observatorio astronómico del que todos los ciudadanos pueden disfrutar. Se bautizó con el nombre del astronauta español Pedro Duque.

Más cerca del universo

El edifico tiene una cúpula de seis metros que contiene el telescopio principal. La sala de proyecciones, con una capacidad para 54 amantes de la astronomía, y una oficina para la Asociación Leonesa de Astronomía. Al igual que del resto de instalaciones, quien quiera puede disfrutar de ella. Porque no sólo los escolares son los privilegiados que pueden acceder al parque. Las visitas a la escuela son un éxito. Además, son muchas las asociaciones que deciden celebrar sus jornadas de convivencia, incluso formar parte de la experiencia de la escuela. Es un servicio municipal del que todos los ciudadanos pueden disfrutar. Incluso quienes viven fuera de las fronteras de la provincia, y es que algunos profesores se han hecho eco de la institución y han conseguido que sus alumnos, al igual que los niños que hace una semana vinieron de un colegio de Madrid, también puedan compartir la experiencia.

Lejos de decaer en su labor educativa y de ocio, el coto sigue recibiendo miles de visitas anuales. Continúa entonando jornada tras jornada el himno a la diversión mientras contribuye a la educación medioambiental de los más pequeños que, de alguna manera, también influye en la de los más grandes.

Quien sabe, igual las semillas que han plantado den como fruto grandes defensores de la Naturaleza en el futuro.

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