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aniversario de la casa de asturias

han pasado 65 años desde que un grupo de asturianos residentes en León sembró el germen de lo que hoy es una casa regional con casi 9.500 socios y que celebran su aniversario

Celebración de la apertura de las nuevas instalaciones que tuvo lugar el 22 de julio de 1979.

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León

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Los socios de la Casa de Asturias en León tienen este año un doble motivo de celebración. La casa regional conmemora este mes el 65 aniversario de su fundación, fecha que además coincide con la inauguración de las actuales instalaciones deportivas en Navatejera, hace tres décadas. La institución, todo un referente en la vida social leonesa, afronta esta especial circunstancia sin olvidar sus raíces, pero con la vista puesta en el futuro y consciente de su papel como punto de encuentro para leoneses y asturianos, pero también para todo aquel que quiera formar parte de ella.

Nacida como un lugar de reunión para aquellos inmigrantes asturianos que añoraban su tierra, la Casa de Asturias comenzó su andadura el 26 de enero de 1946. Fue entonces cuando los integrantes de la Colonia Asturiana y sus simpatizantes, reunidos en el edificio donde se ubicaba el ya desaparecido Cinema Azul, tomaron la decisión de constituirse en sociedad. Integrada por un reducido número de familias -”en marzo de ese mismo año tan solo se encontraban censados 384 socios-”, desde un principio abrió sus puertas a la población asturiana asentada en León que buscaba un lugar en el que prestar y recibir ayuda de sus paisanos. Y aunque también pretendía crear y estrechar lazos de unión entre asturianos y leoneses, su carácter regional era tan marcado que, según sus primeros estatutos, era requisito obligatorio que tanto el presidente como la mitad de los catorce miembros de la directiva fueran asturianos residentes en León.

Los primeros años de existencia resultaron especialmente difíciles. Cinco cambios de sede en poco más de una década, la reducción imparable del número de socios y la imposibilidad de afrontar los gastos que generaba la sociedad marcaron los inicios de la Casa de Asturias. Desde su primera sede en la calle de Alfonso V hasta el espacio que los socios pasaron a ocupar en 1954 en el edificio del Teatro Emperador, la casa regional ocupó diferentes locales por todo León, sin lograr la estabilidad que tanto sus socios como el proyecto inicial requerían. La situación era tan problemática que, a mediados de 1959, la sociedad se enfrentaba a una dura decisión: elevar de forma voluntaria las cuotas -”ya que, con apenas 100 socios, era imposible cubrir todos los gastos-” o desaparecer. Los socios confirmaron su apoyo al proyecto y acordaron un aumento de las cuotas, que variaban entre las 50 y las 500 pesetas, según las posibilidades económicas de cada uno. En diciembre de ese mismo año, la Casa de Asturias se trasladó a su nueva sede social en la calle Santa Clara, abriendo una nueva etapa de estabilidad.

La labor de un «visionario»

Sin embargo, la estabilidad no era suficiente. Una sociedad que había nacido con casi 400 miembros, tres décadas después contaba tan solo con 60. El impulso que tanto necesitaba la Casa de Asturias llegó en 1976. La nueva directiva elegida en la junta extraordinaria de ese año logró, en seis meses, aumentar el número de socios, hasta alcanzar los 227. La programación de nuevas actividades pareció despertar a la casa regional de su letargo, ya que hasta ese momento se limitaba prácticamente a celebrar la tradicional fiesta de la Santina.

Durante sus duros inicios, la Casa de Asturias no perdió nunca de vista su origen y su marcada condición de casa regional. Pero eso no le impidió abrir sus puertas a la diversidad. La fecha clave se sitúa en 1977, con la elección de su cuarto presidente, el empresario leonés José Tejera Suárez, promotor y artífice de la Casa de Asturias tal y como se la conoce en la actualidad. Su proyecto de ampliación y construcción de unas nuevas y ambiciosas instalaciones deportivas en Navatejera se sometió al criterio de los socios, que dieron su visto bueno por una amplia mayoría. Las obras comenzaron en octubre de 1978 con la construcción del pozo que abastecería de agua a la edificación y, finalmente, el 22 de julio de 1979, las nuevas instalaciones deportivas abrieron sus puertas. La inauguración oficial contó con la presencia de importantes personalidades de la época, como el entonces alcalde de León, Gregorio Pérez de Lera, y el gobernador civil, Luis Cuesta.

Para entonces, la Casa de Asturias acogía ya a más de 2.000 socios, cifra indispensable para la puesta en marcha del proyecto de ampliación. La apertura de la sede en Navatejera fue tan solo el inicio de una nueva etapa de crecimiento.

Según su actual presidente, Ricardo García, la colaboración del Ayuntamiento de Villaquilambre fue esencial para llevar a cabo el proyecto ideado en los años setenta. Esta iniciativa marcó un antes y un después en la vida de la Casa de Asturias, que se convirtió en una institución de referencia en la vida social, cultural y deportiva de la sociedad leonesa. Pero también en un referente en el ámbito nacional. «No hay casa regional a nivel nacional que supere a la Casa de Asturias», afirma su presidente.

Las dos piscinas -”una olímpica y otra infantil-”, el edificio de 1.200 metros cuadrados destinado al ocio y entretenimiento de todos sus socios, las dos canchas de tenis y el campo de fútbol relanzaron la institución. Durante los años siguientes, la directiva continuó con su labor de ampliar las instalaciones deportivas. Frontones, boleras, merenderos, una piscina climatizada y la adquisición en 1986 de los terrenos colindantes a la sede, duplicando sus dimensiones, atrajeron la atención de nuevos socios. Ni siquiera el asalto sufrido en las navidades de 1983, ni el incendio que en 1989 destruyó la sala de televisión, lograron frenar la trayectoria de la institución.

El camino abierto hacia la diversidad y la apertura -”sin apartarse en ningún momento de sus orígenes como casa regional-” culminó en 1993, año en el que se modificaron sus estatutos, actualizando las normas rectoras de la sociedad para adaptarlas a su nueva realidad. La normativa modificada eliminaba, por ejemplo, toda referencia a la condición de asturiano residente en León como requisito necesario para ser elegido presidente. Desde entonces, los sucesivos presidentes de la casa regional -”hasta nueve se han colocado al frente de la sociedad desde su fundación-” continuaron con la labor de dotar a los socios de nuevos espacios y oportunidades para su entretenimiento.

Así, durante la más reciente etapa en la historia de la Casa de Asturias se ha llevado a cabo la creación de una sala infantil, de un parking privado para los socios e, incluso, de un completo balneario, con jacuzzi y baño turco.

Una gran familia de 9.500 socios

La indudable vitalidad de la Casa de Asturias es fruto de una continua labor de equipo, de la amplia oferta de actividades y posibilidades de entretenimiento puesta a disposición de sus socios y de la colaboración de muchas personas anónimas que contribuyen a mantenerla viva cada día. Pero, sobre todo, es fruto de sus socios, a los que el presidente de la institución califica de «muy participativos», aunque admite que «las instalaciones también invitan a ello».

Natación, baloncesto, aerobic, servicio de biblioteca, cursos y fiestas sociales son tan solo algunas de las actividades que la Casa de Asturias organiza. Todo ello en las amplias instalaciones deportivas ubicadas en Navatejera, a poco más de cuatro kilómetros de León, y que cuentan, en 103.000 m² de superficie, con cinco piscinas, una cafetería recientemente remodelada, un amplio aparcamiento para sus socios, canchas de baloncesto, tenis y pádel, y campos de fútbol. Y aunque el verano es sin duda la época de mayor actividad, la institución se mantiene viva durante todo el año.

En la actualidad, con la suma de socios titulares, socios de número y socios familiares, la Casa de Asturias acoge en sus instalaciones a casi 9.500 personas. Una cifra nada desdeñable que lleva aparejado un extra de responsabilidad, en especial para su directiva. El discurso que su actual presidente pronunció el año pasado, en la celebración de la fiesta de la Santina, echa la vista atrás, a la historia de la Casa de Asturias, pero también a su presente, a lo que es y a «lo que puede ser sin sentido común». «Mantener el equilibrio económico y social es vital», asegura Ricardo García, que ocupa el cargo desde el año 2005 y augura un futuro «espléndido» a la institución. ¿El secreto para cumplir 65 años con tanta vitalidad? Mantenerse fiel a sus raíces. Por mucho que crezca, la Casa de Asturias seguirá siendo precisamente eso, la Casa de Asturias. «No podría ser otra cosa», concluye su presidente.