30 años de historia
la agencia estadounidesnse pone fin a la era de los transbordadores y se concentra ahora en otros proyectos
Con el lanzamiento del Atlantis desde Cabo Cañaveral, Estados Unidos se prepara para cerrar una de las páginas más gloriosas de la ciencia de todos los tiempos, esas 135 aventuras espaciales realizadas por los transbordadores de la Nasa a lo largo de 30 años sobre las que han pivotado decenas de proyectos esenciales para profundizar en el conocimiento del universo. Mientras los Discovery , Endeavour y el resto de las lanzaderas entran a formar parte de la leyenda, de la misma manera que lo hicieron en su día los míticos Apollo , el aire queda lleno de interrogantes sobre el futuro de la poderosa agencia espacial norteamericana como motor de la expansión tecnológica, una vez concluido su ambicioso programa de viajes tripulados al espacio.
Ante la creciente sensación de que EE.UU. arrincona uno de los pilares básicos de su hegemonía como gran potencia, los directivos de la Nasa, con el aval del presidente Barack Obama, insisten en que la clausura del programa de los transbordadores no significa el fin de la institución ni tampoco de su capacidad de enviar misiones fuera de la órbita terrestre. Es verdad que no hay dinero para mantener en activo los costosos viajes de las lanzaderas, pero el programa con el que pretenden llenar ese hueco está lleno de retos donde entran nuevas exploraciones y más desafíos tecnológicos, con muchas oportunidades para la comunidad científica. La gran novedad es que, por primera vez en la historia de la aventura espacial, el 100% del dinero invertido en los proyectos no procederá de las arcas del Gobierno federal.
Tecnología privada
Cuando el Atlantis aterrice dentro de 12 días, serán las compañías privadas las que se encarguen de desarrollar la tecnología para el vehículo espacial del futuro. La pregunta que surge inmediatamente es cómo la empresa privada, que sigue forcejeando para salir de una larga recesión, se animará a invertir en un sector del que se conocen las grandes inversiones que requiere pero poco de los beneficios que podría generar. Según el director de la Nasa, Charles Bolden, a partir de ahora la agencia se centrará en otros proyectos, como viajar a Marte o alcanzar un asteroide, dos de las metas que cuentan con el respaldo de la Casa Blanca.
«Cuando escucho a la gente, o veo en la prensa los comentarios señalando que el último viaje del trasbordador marca el final de la exploración espacial de nuestro país, creo honestamente que son comentarios de personas que más bien viven en otro planeta», dijo no sin cierta ironía Bolden hace pocos días. Como antiguo astronauta y actual director de la Nasa, el ejecutivo garantiza que el liderazgo estadounidense continuará. «Estamos reencauzando nuestro compromiso y dando los pasos necesarios, y también difíciles, para asegurar el liderazgo estadounidense de los vuelos tripulados en los años venideros», afirma Bolden. El mensaje es, pues, un cambio de estrategia determinado por la situación interna norteamericana y aprovechar ese impasse para dar la oportunidad al capital privado a que fabrique, en colaboración con la agencia, los nuevos vehículos con los que pondrá carga en órbita.
Paralelamente al parón de los transbordadores, la Administración Obama canceló el programa Constellation que preveía llevar astronautas a la Luna. Pese a las críticas de destacados astronautas, el presidente ha insistido en «estirar los límites para que no hagamos las mismas cosas una y otra vez. En vez de ello, empecemos a pensar, ¿Cuál es el próximo horizonte? ¿Cuál es la próxima frontera allí afuera?», reflexionó el mandatario, quien vaticinó que empresas comerciales podrán hacer los viajes espaciales más asequibles para la gente común.