Diario de León

victorino llordén vega

un desván a pie de calle

LA CRISIS DE LA CONSTRUCCIÓN LO DEJÓ sin nada Y SE VIO OBLIGADO A CONVERTIR SU ANTIGUA AFICIÓN EN AUTO-EMPLEO. AHORA, LA TIENDA DE ‘ALMONEDA’ DE ESTE ZAMORANO REÚNE LOS OBJETOS MÁS INSOSPECHADOS

RAMIRO

RAMIRO

Publicado por
emilio gAncedo
León

Creado:

Actualizado:

Entras, y todo un ejército de supervivientes te mira con sus ojos de plástico, sus miembros de hierro fundido, sus grabados a fuego vivo o sus lomos de piel de becerro. Aquí, un Pinocho aún sonriente a pesar de las décadas cuelga exánime; allí, un montoncito de condecoraciones de guerra descansa tras librar amarga batalla contra el tiempo. Reposan muchos recuerdos aquí, cosas útiles o bellas que pasaron por muchas manos, que sirvieron a muy distintos amos.

Es un verdadero enjambre de longevos objetos, algunos minúsculos, otros enormes, apilados, colgados, superpuestos, mostrados en vitrinas, expuestos al escaparate, dormidos en el almacén. Un álbum de cromos de Marcelino Pan y Vino. Un paquete de navajas de afeitar. Un tratado: Nociones de tiro , con el sello de la Academia de la Aviación. Ajadas páginas de Siglo futuro. Diario católico y tradicionalista . Cerámica de Alcora y de Sargadelos. Y cuadros, bien de cuadros curiosos: una vista de La Bañeza de Luis Alonso Ruiz, nieto de Emilio Alonso, sobrino de Odón, prometedor artista fallecido muy joven por accidente en los años cincuenta; un tema civil de Monseñor, ‘La Mina’; creaciones de todos los tamaños de José de León, de Inchaurbe, de Huerta del Rey, de López Casado, de Rollán… el póster de una exposición alemana de Andy Warhol. Collaradas, azabaches, arcas, cruces de rosario, morteros, cromos, dados, cubiletes, verdaderos zoos de figurillas, auténticas arcas de noé con animalitos en vidrio, pasta y cristal… cartas, fotografías antiguas de gentes sin santo ni seña, hasta censuras militares hay.

Es Cadórniga, un inusual establecimiento de ‘almoneda’ o chamarilería del más diverso tipo a cuyo frente está el benaventano Victorino Llordén.

Una tienda que es hija directa de la necesidad, ya que Llordén, abogado de profesión, se vio de pronto sin nada cuando las grandes empresas de construcción cuyos asuntos jurídicos llevaba quebraron y desaparecieron como polvo en el aire. Recurrió entonces a su vieja afición de coleccionista, esa que le llevó a apilar, en Madrid y en Benavente, cientos de monedas, sellos, hierro forjado y piezas de cerámica. «Lo mío es un auto-empleo, he abierto esta tienda porque no podía empezar de cero como abogado, sólo llevo el turno de oficio», explica, recordando cómo durante mucho tiempo compró en mercadillos, rastros y anticuarios, recorrió derribos de casas y también recogió muchas cosas cuando le decían: «Anda, entra y coge lo que quieras», algo que en este momento sería impensable. «La gente ahora no regala nada», constata. «Tenía una gran colección de llamadores, bocallaves, llaves… hierro antiguo de entre el XV y el XVIII, y buena cerámica del XVII al XIX». A todo esto tuvo que dar salida Llordén, venderlo, algunas cosas hasta malvenderlas, cuando hace cinco años se vio obligado a poner tienda en León, la capital que más a mano le quedaba. «La situación actual es muy difícil, se vende muy poco —informa— lo que más, objeto menudo, cosas de las guerras civil y mundial, eso sin contar todo lo de oro y plata, que ha doblado su valor, y luego en León interesa todo lo etnográfico, indumentaria, joyería…».

Victorino, que también coloca su propio puesto en el rastrillo de antigüedades que cada sábado se celebra en esta misma calle, cree que este tipo de establecimientos tiene los días contados: primero, porque la juventud no se interesa por este tipo de cosas («prefieren pisos diáfanos, los amueblan en Ikea y listo, ¿quién va a querer un arca o un bargueño?», se pregunta), y después por la competencia desleal y de Internet. «En León hay como 250 personas que se dedican a vender objetos antiguos sin licencia alguna, la mayoría jubilados con escasa pensión, y habrá más de 3.000 vendiendo por Internet, eso es imposible de controlar».

Y se consuela Llordén, que en su etapa de abogado llevó muchos pleitos de alto nivel en el Tribunal Supremo, cubriendo las necesidades de casas rurales, de bares estilo ‘kitsch’ y de ese pequeño pero siempre selecto grupo de amantes de lo añejo y de lo inesperado.

tracking