de vuelta al trabajo
Obama pasa a la acción
Con su liderazgo desdibujado tras la última batalla contra los republicanos, el presidente se remanga para ganar votos
¿Será Barack Obama presidente de una sola legislatura? Más allá del grito de campaña lanzado en los últimos días por la aspirante republicana Michelle Bachmann, la cuestión no ha dejado de perseguir al líder demócrata desde que la crisis económica se ha transformado en una pesadilla sin fin y, sobre todo, desde que los republicanos, dueños de la Cámara de Representantes, impulsaran una férrea estrategia de bloqueo a cualquier iniciativa gubernamental.
Aún así, una esperanzadora mejoría de los indicadores durante el primer semestre del año le permitió zafarse de algunos grilletes y recuperar cierto apoyo popular. La sensación le duró poco, como se ha visto luego a raíz del espectáculo ofrecido por la clase política en el debate sobre el techo de la deuda y el posterior hundimiento de los mercados, síntoma inequívoco de que EE.UU. sigue mal y sin perspectivas de recuperación en el horizonte.
Casi como un respiro obligado tras meses de desgaste en los pasillos de Washington, Obama se subió la semana pasada al autobús en un recorrido que lo llevó por Iowa, Minnesota e Illinois, tres estados del medioeste que le fueron favorables en el 2008. Volver a la calle, de lejos su mejor escenario, para tratar de reconectar con su desencantado auditorio y admitir ante sus compatriotas que la situación está complicada pero que su Administración puede sacar al país del atolladero.
Aunque su verbo no brilló como antaño, el mandatario quiere animarse con un nuevo estilo —«el pueblo y no Washington impulsarán la economía»—, adelantó una comparencia en septiembre para introducir importantes medidas y proporcionó claves de su estrategia de cara a la reelección. Apenas hizo unas pocas menciones directas a Mitt Romney, Rick Perry o la propia Bachmann y sin embargo lo más jugoso del tour fueron sus referencias a cómo piensa enfrentare al oponente que surja de los conservadores.
Una fórmula nueva
En contraste con su infructuoso viaje al centro político donde la derecha lo ha aguardado solo para explotar sus debilidades, Obama parece decidido a probar lo que viene pidiendo hace tiempo el ala izquierda de su partido: convencer a los votantes de que su manera de encarar los grandes problemas nacionales es la correcta. Si no se avanza más, vino a decir, es por el claro obstruccionismo de un Partido Republicano que llevó a la nación al borde del caos financiero por su hambre de poder.
A pesar de los alarmantes niveles de desempleo y la volatilidad de las bolsas, el inquilino de la Casa Blanca también retomó el optimismo como forma de retratar a los republicanos de cínicos y desinteresados en soluciones reales. Ilustró esta afirmación en una secuencia de tres actos en otras tantas localidades de su gira. En su primera parada en Iowa donde anunció que llevaría al Congreso en septiembre un paquete de importantes medidas de estímulo. «Mi mandato será que se apruebe de inmediato», zanjó, consciente de que el asunto no depende solo de él. En otro pueblo de Minnesota elevó el tono: «Necesitamos que el Congreso actúe. Es hora de acabar con los juegos. Es hora de poner al país primero». Y remató en tierras de Illinois, el Estado por el que fue senador. «Hay bastantes legisladores que piensan: ‘mejor que pierda mi oponente a que gane Estados Unidos’».
Muchas de esas afirmaciones realizadas a veces en un auditorio repleto de simpatizantes, a veces a pie de carretera rodeado de un grupo de vecinos de una comunidad rural, no son nuevas, pero su estilo se parece más al de hace cuatro años, cuando luchó codo con codo con Hillary Clinton o cuando barrió más tarde a John McCain en la batalla por la Casa Blanca. Con las críticas lloviéndole de todos lados, no le queda otra que rescatar del armario el traje de luchador que tantos réditos electorales le ha dado.