Diario de León

CANTO RODADO

Medio chusco

los genéricos son el emblema del medio chusco, en lugar del pan entero, que el estado, con pacto de pp-PSOE, receta para disfrazar la verdad del despilfarro

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León

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Sobre el banco a la puerta de casa se apreciaba una figura larga y estilizada, como sus 97 años, y unas enormes gafas de pasta negra sobresalían de su rostro. Pero era imposible adivinar, y menos aún aparentemente apoyado sobre el cayado, la elasticidad de ese cuerpo casi centenario. Fidel es capaz de entrecruzar las piernas como un chaval, de la misma manera que tiene fresca en su memoria la escena de aquellos días de guerra en la que las tropas franquistas arrumbaron por la collada de Sotillos de Sabero. ¡Por allí entraron!, apuntaba con su mano.

El discurrir de su memoria sobre un atardecer de agosto se nutre de algo más que recuerdos. Hay una idea que tiene en el precipicio de su lengua y la suelta un par de veces sin que nadie le pregunte: «Franco, ese sinvergüenza, no debe estar en el Valle de los Caídos. Hay que sacarle de allí y tirarlo en una cuneta, como hizo él con tantos».

Como si hubiera oido a Fidel, el ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, pidió a los pocos días a Benedicto XVI colaboración de la iglesia católica en el replanteamiento de ese monumento a la mitad de los caídos, levantado con la sangre y el sudor de los presos rojos para mayor gloria del dictador, que no de los soldados anónimos que nunca regresaron a sus casas.

Sin mencionarlos, Fidel avivó a sus convecinos enterrados casi 74 años en Joarilla de las Matas y cuya tumba sin nombre ni fecha ni honores exhumaba esos días la ARMH. La fosa de los mineros, como ha sido bautizada, aunque hay otras con más mineros, como la de Casasola de Rueda, esperando la luz.

La memoria es más que pasado. A veces alumbra el presente con destellos de lucidez. Fidel recordaba su periplo por las cárceles franquistas durante varios años. De San Marcos se acordaba de gente que se arrojaba por las escaleras cuando les sacaban de la celda a la amanecida y rescató también un agradecimiento infinito al guardia civil que, por su cuenta y riesgo, se atrevió a meter agua a los presos, él entre ellos, que se asfixiaban en una celda carbonera. «Luego dicen que los guardias civiles son malos, pues hay de todo...»

Del penal de Valencia de Don Juan paladeaba el recuerdo de las sopas de ajo; de Burgos, la masificación y de Oviedo que la clemencia no se usaba. «Si pedías una pastilla porque te dolía la cabeza en vez de el chusco entero, te daban medio chusco», recuerda.

Tampoco había adivinado Fidel que al día siguiente el consejo de ministros aprobaría un nuevo medicamentazo bajo el socorrido disfraz del ahorro. El que quiera medicamentos que tome genéricos y, el que no, que se los pague. Los genéricos son el medio chusco que el sistema nacional de salud, menguado por la avaricia, nos va a dar ahora cada vez que nos quejemos de dolor de cabeza, lumbago o amnesia. La única ventaja de los genéricos es que van a poner a bailar un poco más y a medicarnos un poco menos. O buscar otros caminos. El cha-cha-chá pregón del Yerberito Moderno, para empezar: «Traigo Yerba santa, pa’ la garganta, traigo keisimon pa’ la hinchazón; traigo abrecaminos, pa’ tu destino, traigo la ruda, pal’ que estornuda, también traigo albahaca pa’ la gente flaca y el apasote, para los brotes; el vetiver, pal’ que no ve y con esa yerba, se casa usted. Yerberooo!!!

El disfraz del ahorro enjuga el pacto PP-PSOE para poner techo al manirrotismo de las comunidades autónomas o lo que es lo mismo, mermar servicios y calidad a la ciudadanía. No han pactado reformar la ley electoral ni de ahorrar en gasto armamentístico, por supuesto. Es verdad que las comunidades autónomas precisan ahorrar, pero en burocracia y fastos, no en educación, sanidad y servicios sociales como se barrunta sin necesidad de mirar al cielo. Y que las diputaciones, democráticamente hablando, son menos de medio chusco. Pero ese es otro cantar para el que hace falta más que el asúcar de Celia Cruz.

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