El BCE y un tipo demasiado duro
En los últimos días han crecido exponencialmente los rumores y las hipótesis de trabajo que manejan insistentemente la posibilidad de que el Banco Central Europeo no tarde mucho en rebajar sus tipos de interés. Los más optimistas creen que incluso ya en la reunión del próximo jueves la autoridad monetaria podría rebajar un cuarto de punto o medio punto el precio del dinero.
Las bolsas han subido en las últimas sesiones, precisamente y entre otros factores, por las expectativas de que bajen los tipos de interés. Los analistas le otorgan una probabilidad del 88% al recorte de un cuarto de punto el próximo seis de octubre. Son posibilidades y especulaciones con mayor o menor fundamento. Lo ultimo que se sabe a ciencia cierta es que el BCE anunció en agosto que detenía su ciclo de subidas de tipos de interés.
Hay numerosas voces que apuntan en el sentido de una próxima rebaja. El gobernador del Banco Central de Luxemburgo contempla la posibilidad de una bajada de los tipos de interés en caso de que se deteriore más la economía de la zona del euro.
A estas alturas, todo el que puede «aprieta» al Banco para que relaje su política monetaria. El candidato socialista a la presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, cree que el BCE tiene que bajar los tipos de interés «ya», porque la economía europea empieza a ralentizarse. Los países periféricos europeos tienen un serio problema de crecimiento, tan serio que con la actividad económica actual siguen destruyendo empleo. Por eso necesitan, como agua de mayo, un precio del dinero más barato que dinamice la economía, abarate el crédito y contribuya a que estos países empiecen a levantar cabeza.
Varios miembros del consejo del BCE consideran probable que la entidad apruebe en breve nuevas acciones de estabilización del sistema financiero y de estímulo a la economía. Estas medidas podrían pasar por la recapitalización masiva de la banca europea y/o por la ampliación del fondo europeo de rescate. Hay quien cree que sería necesario un apalancamiento de este fondo hasta los dos billones de euros.
La compra directa de bonos en el mercado secundario por parte del BCE ha recibido muchas críticas, tanto desde el seno de la propia autoridad monetaria, como por el gobierno alemán. Pero ahí está, viva y coleando. Y con especial intensidad desde comienzos de agosto, momento en el que la crispación alcanzó proporciones dramáticas en los mercados de deuda.
La deuda de las entidades financieras españolas con el BCE en agosto –último mes completo del que se disponen datos- se incrementó en 17.865 millones de euros en relación al mes de julio, lo que supone un aumento del 34 por ciento. Alcanzó el nivel más alto registrado en lo que va de año, con un total de al totalizar 69.918 millones.