Cerrar

novedad editorial

el doctor Caralps asegura que lo mejor es comer sano, beber poco y el ejercicio moderado y, quien pueda, que practique mucho sexo

El doctor Josep Maria Caralps en la presentación de su libro, «Supercorazón».

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Para tener un corazón saludable hay que comer sano, beber poco o muy poco, controlar el estrés, no fumar, hacer ejercicio moderado y, quien pueda, practicar mucho sexo, mejor si es con una pareja estable. «Es buenísimo, pero para la salud en general», asegura el doctor Josep María Caralps. «Tiene el mismo efecto —insiste— que subir a un primer piso corriendo por las escaleras; a un tercero o cuarto cuando la pareja no es la habitual; y si el corazón no está sano te expones a algo que no es bueno».

Esa es la fórmula «no infalible» del doctor Caralps para mantener «bien engrasada» la máquina perfecta que es este órgano vital que late unas cien mil veces al día y mueve unos diez mil litros de sangre, un órgano también emocional, «muy ligado a los sentimientos más íntimos», en el que Aristóteles situó el «santuario del alma».

Los ojos y las manos de este médico catalán que lleva casi cuatro décadas dedicado a la cirugía cardíaca, antes en la sanidad pública y ahora en el Hospital Quirón de Barcelona, han visto y tocado miles de corazones. Corazones enfermos y muy enfermos, viejos y jóvenes, de personas de todo tipo de razas, grandes y pequeños,...lo que le permite hablar con fundamento de «nuestro músculo más preciado», más vital y carismático.

Al doctor Caralps le corresponde, además, el honor de haber realizado en España el primer trasplante de corazón con éxito. Fue el 8 del 5 de 1984, una fecha que nunca olvidará, porque también son los números de la combinación a la que habitualmente juega a la Primitiva. «Hasta el momento, sin éxito», bromea.

Tanta sabiduría acumulada sobre el corazón, y su obsesión por contribuir a mejorar la salud de las personas, en un momento en el que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo desarrollado, le han llevado a escribir Supercorazón (Editorial Planeta), en el que ha volcado experiencia y conocimientos. El libro, que llega a las librerías coincidiendo con la celebración del Día Mundial del Corazón, que en España será mañana, último domingo de septiembre, como cada año, es una guía «sencilla y amena» que ayuda a conocer cómo es, cómo trabaja y por qué enferma el corazón, además de enseñar a mantenerlo en forma.

En la conversación con este multipremiado profesional de la medicina surge insistentemente la palabra moderación —«se puede hacer de todo, pero con moderación», dice— y la necesidad de aprender que la degustación de algo, un cigarrillo después de una buena comida, una copa de vino en la cena o el almuerzo,... «no puede convertirse en adicción».

«Tenemos a nuestro alcance —continúa— cosas que nos hacen la vida mejor. Pero hemos de tener la suficiente capacidad de discernir para decidir qué es bueno y qué no. La salud —apostilla— no está reñida con el placer. Al contrario, si no hay placer no hay salud al cien por cien».

Caralps habla de educar «desde el parvulario» en la prevención, y generar «hábitos honestos y buenos. Inculcar a los niños que fumar es malo, que el alcohol puede ser agradable, reconfortante y, en algunas ocasiones, hasta necesario, pero siempre, siempre con moderación, con mucha moderación».

«No estamos mentalizados para cuidarnos, porque creemos que podemos controlar nuestros vicios. Y la realidad es que no podemos. Ser moderados en todo es casi, casi imposible. De ahí la necesidad de educar desde pequeños», afirma quien pide que en las escuelas se enseñe también a «controlar mentalmente las emociones, a ser personas, a tener cuidado de uno mismo y de los demás».

Aunque hace tiempo que dejó de trabajar para la sanidad pública, el doctor Caralps tiene muy claro que sólo tendrá futuro «si se establece el copago. Más copago pues ya la pagamos con nuestros impuestos». Y que aporte más quien más gana. Mientras eso llega, se le ocurre, por ejemplo, destinar a ese fin un porcentaje de los premios de los muchos juegos de azar que hay en España. «No fastidia a nadie», opina. Calcula que podrían recaudarse entre cien y doscientos millones de euros.

Para el autor de «Supercorazón», los españoles «somos generosos» como donantes de órganos. Pero va más allá, se muestra más radical, y cree «sinceramente» que cuando una persona ha muerto, y su muerte no tiene consecuencias judiciales, «ese cuerpo pertenece a la sociedad» y «todo lo que de él se pueda aprovechar, pues que se aproveche». «Hay que respetar la voluntad del fallecido, si previamente ha dicho que no quería ser donante, pero si no ha dicho nada, la familia no tiene porqué entrometerse en el derecho que tiene cualquier Estado de conceder un órgano de una persona a otra que lo necesita para vivir». Así de claro.