Espíritus milenarios

La estela de Confucio y el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza, con sus 2.500 años de distancia, se han dado la mano en León esta semana en medio del revoltijo electoral. Pero ni la milenaria sabiduría china —dijo Confucio: Amar al pueblo, renovarlo moralmente y procurarle los medios necesarios para la vida cotidiana— ni el espíritu regeneracionista del institucionismo han calado.

El PP, que quiso boicotear a Confucio porque lo veía disfrazado de Zapatero y temía que Rubalcaba o Alonso sacaran réditos electorales a su cuenta, salió a escena con sus listas definitivas. Y, ¡oh sorpresa!, la presidenta de la Diputación, Isabel Carrasco, y el alcalde de Ponferrada, Carlos López, se han quedado fuera de juego. Y sigue en escena una vieja figura de la política. Juan Morano, el parlamentario que reaparece en León cada cuatro años a pedir el voto y desaparece como el Guadiana otros tantos.

Últimamente seguimos el rastro de su señoría en la página de efémerides. Hace 25 años de su esperpéntico encierro en la Casa Consistorial —en bata y zapatillas le vi yo salir en la TV3 de Cataluña— desafiando a la Junta socialista y al consejero leonés Jaime González, cuando le cerraron el matadero por problemas de salubridad, en uno de los pulsos políticos más sonados.

La mano de Morano

Mucha mano tiene que tener Morano en Génova, señor Rajoy, para sobrevivir a los designios de la presidenta, que ha pasado de irse a Madrid para defender las diputaciones a quedarse en León para que no se venga abajo la Diputación. ¡Já!. La imposición como número 1 al Senado refleja la manera que tiene el PP de salvaguardar la tradición. Las listas populares no tienen nada que envidiar al PSOE en el cumplimiento de la Ley de Igualdad. Ellos se han puesto por delante, por si las urnas.

Sólo Izquierda Unida, que tiene muy difícil romper el bipartidismo tradicional leonés en las generales, ha optado por una cabeza de lista. María Rosario Bilbao, de Puente de Domingo Flórez, se estrena en la política como número 1 por León a la Cámara Baja. No lo habría tenido tan fácil con un puesto asegurado. Ni siquiera en IU.

La burbuja china

Después de la última visita de Zapatero a León como presidente del Gobierno sabemos que la demanda para aprender chino se ha disparatado en el Centro de Idiomas de la Universidad de León. El chino tiene más perspectivas de futuro que farfullar alemán. Y es que la economía germana, dicen los gurús, ya empieza a tener síntomas de agotamiento y crecerá menos de lo previsto en el reino de Merkel.

Si es que Europa, se la coja por donde se quiera, está en decadencia. Tanto o más que la China en la que vivió el señor K’ung-fu-tzu 500 años antes de Cristo, para entendernos. El maestro Kong, que conocía muy bien la administración por dentro —llegó a ser ministro de Justicia, hasta que se hartó de que no le hicieran caso— se dedicó en sus últimos años a viajar y a difundir su filosofía regeneracionista; a saber, practicar buena conducta en la vida, el buen gobierno del Estado, el cuidado de la tradición, el estudio y la meditación. Efectivamente, no sólo León sino todo el planeta están necesitados de estos valores intemporales y universales. Por eso las olas de indignación, como la cita del 15-O, son planetarias.

Ojo con China. Es otra gran burbuja que, de momento, no ha explotado. Yo me decantaría por el portugués. Brasil y a su lado gran parte del cono sur americano —donde nos defendemos con el español a las mil maravillas— es una economía más que emergente. No hay más ver las citas deportivas: sede del Mundial de Fútbol en el 2014 y Olimpiadas en el 2016.