Del jardín romántico al cura de Santa Olaja

Los últimos herederos del monasterio tuvieron varias ofertas para desprenderse del cenobio, desde un empresario que quería convertir el solar en una especie de jardín romántico «a cambio de una cifra irrisoria», recuerda Baltasar Palacios, al cura de Santa Olaja, que pedía que devolvieran los restos a la Iglesia, por ser ésta su dueña originaria. «La oferta más seria la recibimos del Ayuntamiento de Gradefes, que quería poner en valor sus ruinas y estudiar y mostrar su ejemplar historia. Por eso decidimos donarlo, a pesar del valor sentimental que para nosotros acumulaba, porque, al menos, se intentará preservar y se dará a conocer un monumento importantísimo que marcó la historia de mis antepasados», reconoce.